Reseña de la novela Despojos
TITULO: Despojos: sobre el matrimonio y la separación
AUTOR: Rachel Cusk
TRADUCCIÓN: Catalina Martínez Muñoz
EDITORIAL: : Libros del Asteroide
PÁGINAS: 172
AÑO: 2020
GÉNERO: Autoficción – Autobiografía
Sobre la autora
La autora Rachel Cusk nació en Toronto en 1967, pero creció en Los Ángeles hasta que se mudó a Reino Unido con 7 años. Licenciada en Filología Inglesa en el New College de Oxford, dio sus primeros pasos en el panorama literario en 1993 con La salvación de Agnes.
Las primeras obras de Cusk hablaban sobre feminidad y sátira social y, poco a poco, se abrió camino en la escritura de la no ficción. De este modo vieron la luz sus libros autobiográficos sobre maternidad y divorcio, A Life’s Work y Despojos, ambos revolucionarios y controvertidos. Otros libros de la autora que cabría destacar son A contraluz, Tránsito y Prestigio, que conforman una trilogía.
Cusk ha sido merecedora de numerosos premios como el Whitbread o el Somerset.
Sinopsis
En 2009, el matrimonio de Rachel Cusk llegó a su fin y su mundo se fracturó «como un puzle convertido en un montón de piezas con los bordes recortados».
Despojos es el relato de esa ruptura, en el que una escritora y madre de dos niñas observa sus propias reacciones ante la destrucción de la vida tal y como la había entendido hasta entonces.
Una mujer que, mientras crea una nueva individualidad para ella y un nuevo modelo de familia para sus hijas –en una sociedad que sitúa el amor conyugal como centro sagrado e inquebrantable de una familia–, descubre una inesperada vulnerabilidad, pero también libertades y fortalezas desconocidas.
Rachel Cusk, una de las voces más aclamadas y más originales de la literatura actual, utiliza su talento narrativo para crear una obra profundamente turbadora por su singularidad, cuya arrolladora franqueza y feroz autoconocimiento ha deleitado y conmocionado a partes iguales.
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Mi opinión
No conocía a Rachel Cusk hasta que llegó a mis manos esta historia y, tengo que admitir, que no deja indiferente, es imposible, pues de una manera u otra te remueve. Es autobigráfico, la autora nos narra su proceso de divorcio, pero no es una concatenación de hechos sino un revoltijo de emociones feroces las que encontramos en sus páginas.
Es un libro corto, de una maravillosa edición, como todos los de la editorial Libros del Asteroide, y está dividido en ocho capítulos, precedidos todos y cada uno de ellos por un título, alguno más simple que otro, alguno más inquietante que otro. Los siete primeros están narrados en primera persona por la protagonista, en este caso, la propia autora. Y el último, es un agente externo a ella quien nos relata la percepción de esa figura que hemos ido conociendo a lo largo de las páginas anteriores.
No es una lectura cómoda porque la autora nos muestra una realidad que no todos se atreven a mostrar. A través del lenguaje, de las palabras, Rachel es capaz de mostrar la violencia, la devastación, la feminidad perdida, las normas sociales preconcebidas y asimiladas, incluso sin ser conscientes de ello, la maternidad, lo que queda de nuestros padres en nosotros y lo que dejamos a nuestros hijos, la difuminación del yo por el nosotros… Cuando el matrimonio se rompe, Rachel queda sumida en un sinfín de emociones y, la mayoría, no son políticamente correctas. El dolor por perder el equilibrio que había creado, por romper esa familia con la que correspondía a las normas sociales, se clava profundamente en la autora y, es ella, la que nos narra cómo la arrastra, cómo eso la hace sentir.
«La normalidad es capaz de no resistirse a nada y de sobrevivir a casi todo. El dolor, en cambio, puede destruir cualquier cosa que se proponga. El dolor es la bomba que cae; la normalidad, la hierba que crece finalmente en el cráter»
A través de este viaje interior, analizamos qué es lo que pasa cuando aquella persona que eras antes de ser una pareja, antes de ser madre, vuelve a aparecer y no sabe cuál es su lugar. La forma en la que es necesario aprender a ser ese individuo individual, pues ya no eres la mitad de otro, ni tienes a tus hijas siempre contigo, sino que vuelves a existir a solas y es duro no reconocerse. Rachel admite que quiere a sus hijas con ella, porque son «suyas», nacieron de ella y las posee, y esa idea de posesión la enfrenta con sus ideas feministas, sus hijas son suyas, y punto. Y es que no sabe qué ser, si también deja de ser madre.
Hay momentos en los que descubrimos la manera en la que la sociedad percibe a las personas divorciadas, como ella siente un estigma que le aprieta y le asusta. Y como ser hija de una pareja rota afecta a sus hijas, como la sociedad también las marca a ellas.
No es un libro para relajarte, es una historia cruda sobre muchas y variadas cosas que no siempre tenemos la valentía de decir en voz alta. Es un libro capaz de decir alto y claro que, su protagonista, está hecha despojos, que la vida le duele, le queda grande, que está asustada de salir ahí fuera, al mundo, como una persona distinta porque ya no recuerda serlo, porque no quiere que los demás le recuerden lo que ha perdido, en lo que ha fallado.
«Les preparo la cena a mis hijas, pero no puedo comer con ellas. Temo que, si como, me olvidaré, saldré de mi escondite y me expondré al peligro. Temo que va a ocurrir algo terrible. Comer me parece cada vez más una forma de poner el cuerpo al descubierto: la respuesta de lucha o huida se ha desactivado. Es imposible comer y estar alerta».
Historia totalmente recomendable para hacernos pensar, para agitar esa normalidad que asumimos eterna. Y me despido con unas letras de Metallica, de su canción «Fade to black» porque creo que el rock podría ser una buena banda sonora a este libro.
«El vacío me llena hasta el punto de la agonía. Oscuridad creciente, se lleva el amanecer, yo era yo, pero ahora él se ha ido».
Puedes leer más de mis reseñas en la sección de este blog: reseñas de Pilar Fernández Senac
