Reseña de «Tres minutos de color» de Pere Cervantes
Título: Tres minutos de color
Autor: Pere Cervantes
Editorial: Alrevés
Año: 2017
Páginas: 357 páginas venidas del más allá
Género: novela negra
Calificación:
Sinopsis de Tres minutos de color
‘Tres minutos de color’ la estéril lucha contra el tiempo y la muerte cobra un significado muy distinto.
Coque Brox, el protagonista de la historia, es un inspector de policía de mediana edad, separado, parco en palabras, amante de todo aquello que conserve su esencia y acromatópsico, o lo que es lo mismo, percibe la vida en blanco y negro. Herido de por vida tras sufrir una pérdida irreparable, solo le alienta la lucha por recuperar el cariño de su hija adolescente. En una Barcelona en caída libre, cuyos locales de diseño no logran acallar la apremiante nostalgia de sus habitantes, investigará la violenta desaparición de Palma, amigo y compañero de profesión. Durante el tiempo que duren las pesquisas se las verá y deseará para mantener engañado a un suspicaz comisario que no lo quiere en la investigación, sufrirá los persistentes intentos de suicidio de su exmujer, y conocerá muy de cerca qué es una ECM (experiencia cercana a la muerte).
Lejos de las clásicas novelas de procedimiento policial, el inspector Coque Brox se verá obligado a visitar un terreno verdaderamente desconocido para él y para el resto de los mortales. Lo que un descreído como él nunca imaginaría es que hay lugares sobrenaturales que albergan la verdad, aunque el camino que conduce a ellos todavía siga siendo un misterio. Y como dijo Jorge Luís Borges: «Lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador».Tres minutos de color explora una cuestión para todos inevitable: ¿qué hay después de la muerte? No es una novela escrita solo para que te guste, sí lo es para que te estremezca, te haga dudar y reflexiones.
La densidad psicológica de los distintos personajes que la integran servirán de contrapunto a una trama policial hasta la fecha inédita.
Una novela diferente
Si estás buscando leer algo diferente, no le des más vueltas, porque «Tres minutos de color» es la novela que estabas buscando. Porque hoy en día todos los productos son prácticamente similares, la globalización y las nuevas tecnologías nos han traído la democratización del arte, sí, pero nadie nos dijo que eso también supondría la homogeneización del mismo. Todos hemos leído novelas de género negro procedentes de España, Italia, Francia, Estados Unidos, y por supuesto, las novelas nórdicas, las novelas que vinieron del frío, de la mano de auténticos maestros como Jo Nesbo o Stieg Larsson entre otros muchos. Pero pocas veces te encuentras algo que escape de la norma, de los clichés que también funcionan en determinados géneros, de historias comunes que encontramos en una ciudad de Murcia o en una pequeña isla de Suecia. Pere Cervantes lo ha conseguido.
Porque, vaya por delante, que lo original merece para mí toda la admiración y respeto, es un extra que añade interés en mis lecturas habituales. Me encanta devorar novelas de género negro o policíaco, pero también me gusta que intenten mostrarme algo diferente. Algo arriesgado que al menos se escape de la norma.
Mi mala memoria me condiciona continuamente, y hace que novelas muy entretenidas, se borren completamente de mi memoria una vez trasncurridos dos o tres meses, con la última novela de Pere Cervantes, no sucederá. Porque es una novela que te marca, que te sujeta con fuerza y no te deja escapar. Que te sorprende con un giro inesperado que no te puedes imaginar.
La novela negra como excusa
Y es que el género de la novea negra, es el mejor vehículo, la mejor herramienta para poder profundizar en otros muchos aspectos interesantes. Está al alcance de muy pocos autores el poder encontrar el justo equilibrio entre una trama tan adictiva como anecdótica y las reflexiones más profundas e intimistas.
Tres minutos de color es una historia llena de matices, de distintos colores y tonalidades, algo que observamos explícitamente debido a la extraña enfermedad que sufre el protagonista, el policía Coque Brox, el cual ve todo en blanco y negro. Pero un blanco y negro cargado de variaciones que pasan por millones de escalas de grises. Nada es lo que parece en una interesante investigación que tiene como telón de fondo la capacidad intocable de las altas esferas, la desaparición de un compañero de la Jefatura y los abusos sexuales.
Si bien es cierto que la trama no me ha fascinado por el tema a tratar. Nunca han sido de mi agrado los personajes soezes que pululan por los bajos fondos de toda gran ciudad como Barcelona, el estraperlo y los malechores de poca monta no me interesan tanto como un sagaz asesino en serie, por ejemplo. Ya que hablamos de trama pura y dura, me decanto por el clásico asesino perseguido por un inspector de policía que frecuenta con facilidad la soledad de un vaso de wiski. Pero bueno, la cosa va en gustos, y la trama es interesante, sobre todo porque oculta unos dramas familiares que son los que realmente provocan los giros más inesperados.
Ante nosotros tenemos una historia de segundas oportunidades, remarcando explícitamente lo de «segundas». Y también es un canto desesperado a la vida, al carpe diem, al aprovechar el momento, porque no sabes lo que te va suceder mañana, algo que casualmente es el leitmotiv con el que intento marcar a fuego las acciones y decisiones que tomo en mi día a día, quizá por eso la novela me ha fascinado, quizá por eso he conectado tanto con las reflexiones de Pere Cervantes, porque quizás al bueno de Pere le ocurre lo mismo que a mí…
El más allá y la muerte
Porque esta novela, más allá de la trama y la anécdota folletinesca, es una profunda reflexión sobre la muerte, sobre el más allá, sobre esa pregunta que flota en el aire de cualquier sociedad por mucho que intentemos esconderla bajo la comodidad de nuestras rutinas, de nuestos problemas políticos, de nuestra coyuntura económica ¿Hay vida después de la muerte? ¿Qué ocurre en el más allá? Al ritmo en el que nuestro policía avanza en su investigación, otros personajes como la cirujana Nadia investiga unos interesantes casos de personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte, y que harán tambalear los cimientos de sus creencias científicas. La dualidad de ciencia y fe sacuden cada página de la novela, y hacen que el lector tenga que respirar un par de veces antes de leer otro párrafo, al ritmo que unas incesantes dudas asaltan nuestros pensamientos y nos hacen olvidarnos de esa Barcelona desdentada que parece recordar continuamente días mejores.
Parece que hay casos reales de gente que ha estado clínicamente muerta, pero vuelven para protagonizar una especie de resurrección siendo conscientes de todo lo que ha sucedido durante esos dos o tres minutos en los que se les daba por muertos. Al parecer, hay casos de gente que recuerda todo lo que los médicos hablaban en el quirófano mientras daban por muerto al paciente, parece que el cerebro no se desconecta del todo, o más bien, parece que el cerebro no es el que recibe la información del mundo exterior, quizá sea el alma, ese alma que pesa 21 gramos.
No podía haber elegido mejor título para la novela Pere Cervantes, cuando el lector termina la novela, no puede más que esbozar una sonrisa al comprobar como el título cierra el círculo perfecto, de una novela redonda. ¿Hay vida después de la muerte? ¿Hay novelas después de haber leído tres minutos de color?
Pere Cervantes
Gracias por la reseña, me has alegrado la semana.
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Cristóbal Terrer Mota
Gracias a ti por regalarnos esta maravillosa novela y por pasarte por nuestro blog. ¡Un abrazo!
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