Una semana para enmarcar
Los primeros días de septiembre aparecen marcados en las agendas de los amantes y seguidores de la novela negra. Cartagena muda la piel, se despoja del bañador y se coloca el sombrero para recibir las Jornadas de literatura negra, policiaca y de misterio Cartagena Negra.
Este año, la de su novena edición, comenzó el pasado 2 de septiembre, con la presentación del libro de relatos -escrito por los miembros del blog literario que estás leyendo ahora mismo- Hotel Dante. Con este título, no cabía otro lugar para la presentación que el hotel Los Habaneros, sede de Cartagena Negra. Los siete autores propusieron una velada llena de anécdotas en torno a la creación del libro y de todo lo que rodeó el trámite hasta lograr que se hiciese realidad.
El martes llegaba la inauguración oficial de las Jornadas. Antes, una interesante mesa redonda con los finalistas al V Icue Negro, que premia a la mejor novela negra novel. Este galardón recayó en el escritor Antonio Domínguez Muñoz, con su novela 1854, el método Marsch, que cuenta la historia del joven policía Benito Carrasco, que recorre las calles en busca de respuestas al asesinato que ha tenido lugar durante la noche. Su única pista es un trozo de papel hallado en el bolsillo del cadáver, donde hay anotado un nombre y una dirección: monsieur Federico Rubio, Rue de don Pedro Nigno, 1. Unas señas que unirán a un médico de renombre y a un agente del Cuerpo de Vigilancia en una investigación que pondrá en peligro sus vidas, amenazará a toda una ciudad y sacudirá los cimientos de la nación. Tras un crimen en apariencia corriente se esconde una horrible verdad que ni la muerte ha sabido acallar.
La traca fin de fiestas
El sábado prometía un final de fiesta a la altura de la calidad del resto de los días. Y no defraudó. Tras la matinal con la presentación de Huérfanos de sombra, y las vespertinas con Natalia Y Rafa, llegaba el plato estrella: La mesa redonda con los finalistas del premio Cartagena Negra. Carlos Bassas del Rey, nominado por Sinántropos; Reyes Calderón, nominada por El juego de los crímenes perfectos; y Oscar Beltrán de Otálora, que optaba al premio por Tierra de furtivos deleitaron al público con sus reflexiones sobre la novela negra, sus anécdotas con los lectores (Reyes Calderón debería plantearse muchas cosas al respecto…), los «particulares» métodos que utilizan para ser verdaderos escritores empíricos y, por encima de todo, la complicidad existente. Es digno de elogio notar la admiración que sienten entre ellos, el buen ambiente que existe cuando estimas el trabajo de los colegas que te acompañan por la senda de la literatura.
Pero claro, como en Los inmortales, solo puede quedar uno. Fue el momento de que Antonio Parra leyese la característica acta con la que se llegaba al acuerdo de nombrar, por unanimidad, ganadora del VII premio de novela Cartagena Negra a Reyes Calderón por El juego de los crímenes perfectos. Una maravillosa historia que crea una tensión ascendente alrededor de un juego macabro: alguien está aprovechando la fase más dura de la pandemia para crear una cadena de muertos que llevan hasta una joven doctora, internista en el Gregorio Marañón.
¡Qué difícil es salir ilesos de esta magia que nos tiene presos!, que diría el gran Sabina y que me sirve para cerrar con un sincero agradecimiento al equipo IRRESPONSABLE de Cartagena Negra (tranquilos, no busco la confrontación pues ellos mismos se hacen llamar así), por unas inolvidables jornadas en torno a la novela negra, policiaca y de misterio.