Reseña de Filek, de Ignacio Martínez de Pisón

ARROJO DELINCUENCIAL

Por si se les pasó en su momento esta historia, algo probable teniendo en cuenta la velocidad con la que se publica en nuestro país, Booket reeditó la obra de Ignacio Martínez de Pisón para que podamos seguir sorprendiéndonos con las andanzas del austriaco Albert Von Filek, un tipo curioso que, entre otras muchas proezas del sablismo y el timo, tuvo la osadía de intentar engañar al mismísimo Franco, en los comienzos de su megalómana dictadura.

A mitad de camino entre lo novelesco y lo biográfico, Martínez de Pisón ha realizado una investigación más que exhaustiva, y casi con celo religioso, por lo que a veces habrá tenido de milagroso encontrar documentos probatorios de patentes o del paso por las cárceles en una época tan convulsa como nuestra guerra, con todo lo que, burocráticamente en este caso, el conflicto se llevó por delante.

Con todo, lo que sí ha quedado muy claro para el lector es la camaleónica personalidad de un tipo que lo mismo había inventado un sistema infalible para limpiar motores de explosión como era el descubridor de la gasolina sintética, un método novedoso de combustible que situaría a España a la vanguardia tecnológica. Eso, además, sin tener un puñetero conocimiento de química, ahí es nada.

¿Dónde mejor podría sobrevivir un pájaro como Filek? Pues en el país de la trampa y la picaresca, porque si bien sus timos lo eran, necesitaba también de la ambición de las víctimas, dispuestas a aportar capital para ser garantes de una ganancia mayor y un poder que los demás no tendrían. ¿Recuerdan aquellos casos de gentes que les vendían la Puerta de Alcalá a turistas chinos? Pues algo parecido era este Filek.

Austriaco cuando le convino, alemán cuando los herederos del paso de la oca estaban en auge, húngaro cuando las cosas se torcieron, casado con una española (por si acaso) y ferviente admirador de Franco aunque antes ya le ofreciera sus servicios a la joven República. Un tipo lleno de arrestos y voluntad, y que no dudaba en embaucar con hermosísimas palabras a quien se encontrara por delante, siempre que hubiera un bolsillo lleno de por medio.

La defensa que hizo Franco de aquella gasolina sintética (con zumo de hortalizas y agua) daría para otro libro, y Filek estuvo encarcelado, eso sí, no se fue de rositas, pero incluso entonces hacía gala de un soberano ingenio, algo que al parecer debía de ser totalmente innato.

Martínez de Pisón ha sabido combinar aquí de manera magnífica lo histórico y lo novelesco, el dato y la narración, y hasta deja traslucir cierto cariño por el personaje, justo hasta que éste comerció con el dolor humano, momento en el que se envileció para siempre. Un volumen curioso del que el lector sacará un buen puñado de conocimientos.

Sobre el autor

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) es autor de más de quince libros, entre los que destacan, El día de mañana (2011; Premio de la Crítica, Premio Ciutat de Barcelona, Premio de las Letras Aragonesas, Premio Hislibris), La buena reputación (2014; Premio Nacional de Narrativa, Premio Cálamo al Libro del Año) y Derecho natural (2017). También ha publicado el ensayo Enterrar a los muertos (2005), el libro de relatos Aeropuerto de Funchal (2009) y la novela de no ficción Filek (2018). Suyos son también títulos como Carreteras secundarias, Fin de temporada, El fin de los buenos tiempos, El tiempo de las mujeres, La ternura del dragón, o Dientes de leche.

Sinopsis de la obra

La famélica España de 1939 estuvo a punto de convertirse en la principal potencia exportadora de petróleo. Eso al menos es lo que Franco creía entonces y lo que pronto la prensa del régimen se encargaría de pregonar a los cuatro vientos. Un químico austriaco llamado Albert von Filek, inventor de un combustible sintético que mezclaba extractos vegetales con agua del río Jarama, había puesto su fórmula secreta al servicio del engrandecimiento de la nueva España después de rechazar generosísimas ofertas de las grandes compañías petroleras. Protegido y adulado por el régimen, Filek gozó de la estima de sus más altas personalidades hasta que un simple análisis químico desveló el engaño y provocó su ingreso en prisión.