Reseña de El verano que mi madre tuvo los ojos verdes

4 noviembre, 2021
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4 noviembre, 2021 Pilar Fernández Senac

Reseña de El verano que mi madre tuvo los ojos verdes

TÍTULO: El verano que mi madre tuvo los ojos verdes

AUTOR: Tatiana Țîbuleac

TRADUCTORA: Marian Ochoa de Eribe

EDITORIAL: Impedimenta

PÁGINAS: 247

AÑO: 2016 (fecha de publicación) 2019 (año de la edición de Impedimenta)

GÉNERO: Novela

Sobre Tatiana Țîbuleac

Nació en 1978 Chisináu (Moldavia), hija única de un periodista y una correctora de un periódico. Es traductora, correctora y reportera, En 1995 se dio a conocer cuando empezó la columna «Historias verdaderas» en el periódico flux, uno de los diarios más importantes en lengua rumana. En 1999 empezó a trabajar en televisión como una de las reporteras principales del telediario de la cadena pro tv, donde consolidó su papel dentro del periodismo de corte social. Su primer libro, una colección de relatos titulada Fábulas modernas, se publicó en 2014.

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes (2016), su primera novela, impactó a crítica y lectores, y se consideró un auténtico fenómeno literario en Rumanía. Ha recibido varios premios, entre los que destacan el otorgado por la Unión de Escritores Moldavos y la revista literaria rumana Observator Cultural, y está siendo traducida a numerosos idiomas. En 2018 publicó su segunda novela, Jardín de vidrio.

SINOPSIS

Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia. ¿Cómo superar la desaparición de su hermana? ¿Cómo perdonar a la madre que lo rechazó? ¿Cómo enfrentarse a la enfermedad que la está consumiendo? Este es el relato de un verano de reconciliación, de tres meses en los que madre e hijo por fin bajan las armas, espoleados por la llegada de lo inevitable y por la necesidad de hacer las paces entre sí y consigo mismos.

Plena de emoción y crudeza, Tatiana Ţîbuleac muestra una intensísima fuerza narrativa en este brutal testimonio que conjuga el resentimiento, la impotencia y la fragilidad de las relaciones maternofiliales. Una poderosa novela que entrelaza la vida y la muerte en una apelación al amor y al perdón. Uno de los grandes descubrimientos de la literatura europea actual.

MI OPINIÓN

Empezar a leer esta novela es una patada directa al estómago, las palabras descarnadas, crudas e incluso brutales del protagonista sobre su madre te hacen contener la respiración y agitan cierta incomodad.

«Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento».

Así, de esta manera tan impactante, nos metemos en la cabeza de Aleksy, un joven artista con una vida difícil y muchos y variados problemas, que nos relatará el verano que su madre tuvo los ojos verdes y cómo ese tiempo cambió su relación con ella. Esta brutalidad, este odio enraizado en su personaje nos acompaña, sobre todo, durante la primera parte de la historia. Es junto a él y su violencia que vamos descubriendo de dónde viene y las razones de esos pensamientos tan inquietantes y con los que debe aprender a convivir.

«Me habría gustado arrancarle en aquel segundo, con unas tenazas al rojo vivo, todos los cuentos no contados, todas las nanas no cantadas, todas las caricias en el pelo que me correspondían, pero que ella me había escamoteado como una roñosa».

Una vez superas ese zarandeo inicial no puedes dejar de leer, y es que quieres comprender al joven Aleksy, quieres saber qué le ocurrió para albergar toda esa rabia, pero, sobre todo, quieres saber si encontrará algo del perdón y del amor que tanto ansía y necesita en ese pequeño pueblecito francés al que lo arrastra su madre. En el recuerdo de ese verano, intercalando retazos de un pasado no tan lejano y de momentos del presente, nos vamos formando una imagen completa del personaje, difícil y arriesgado donde los haya. No es cómodo empatizar con él algunas veces, otras, en cambio, es muy sencillo.

«Los ojos de mi madre fea eran los restos de una madre ajena muy guapa»

En el transcurso de la novela también vamos conociendo y adentrándonos en la vida de su madre, una mujer que no ha sabido amar y a la que le arrebataron demasiadas cosas muy pronto. No se aprende a ser una buena madre porque, ante todo, son personas a las que les  ocurren cosas, les han ocurrido cosas que han dejado marca y no siempre es fácil lograr dejarlo atrás, ni siquiera por un hijo. La interacción de ambos personajes está llena de resentimiento, rabia y dolor.

Pero también de amor, un amor extraño y complicado al que ninguno sabe llegar. Las circunstancias de ese verano se convierten en un bálsamo para ese dolor, en un punto de encuentro sobre el que empezar a construir el perdón, la comprensión y la dulzura cruda y sin artificios, porque ninguno de los personajes sabe hacerlo de otra manera.

«Y mi verano había transcurrido bello pero implacable como una mantis, dejando a su paso un rastro de miguitas de felicidad y llevándose, a cambio, una vida sin usar».

He leído que la autora escribió la novela en un par de meses, sumida en una especie de trance que la sentaba frente al teclado para dejarse llevar. Supongo que serían dos meses difíciles porque estar todos esos días dentro de la cabeza de Aleksy tuvo que ser una experiencia intensa. Por si te apetece saber más de la autora y su novela, puedes encontrar la entrevista completa en el siguiente enlace: entrevista a Tatiana Tibuleac.

No es una novela sencilla y por ello no te deja indiferente, no puede, porque es un traqueteo al alma, y es eso lo que más me ha gustado de ella. Eso y que la autora, dentro de la descarnada narración, ha logrado algunos párrafos maravillosos, ha dotado a sus palabras, incluso a las más duras, de una cierta poesía.

Me gustaría saber si la habéis leído y lo que ha despertado en vosotros y, si no lo has hecho, te la recomiendo encarecidamente porque leer a Tatiana y conocer a Aleksy no es un camino fácil, sin embargo, merece la pena atreverse a recorrerlo.

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