Entrevista a la escritora Men Marías
«Hay emociones con una intensidad devastadora de las cuales, cuando cierras el ordenador, no consigues librarte.»
La autora granadino-asturiana (la cual debutó como escritora con la obra Pukata, pescados y mariscos, que fue galardonada con el Premio de Novela Carmen Martín Gaite 2017 y un accésit en el Premio Torrente Ballester 2017) visita El quinto libro para hablarnos de La última paloma, obra finalista al VI Premio Mejor Novela Cartagena Negra.
1- Enhorabuena y bienvenida a El quinto libro. ¿Qué se siente cuando te dicen que tu novela está nominada al Premio Cartagena Negra, un festival de impacto y prestigio que va a celebrar ya su octava edición?
Incredulidad. He asistido al festival Cartagena Negra como lectora mucho antes de publicar. Soñaba (en voz muy baja) con estar allí algún día, pero nunca imaginé que sería como nominada a su Premio. Es un sueño cumplido.
2- La última paloma abre con el descubrimiento de un crimen espantoso que deja en el lector un mal cuerpo y unas imágenes difíciles de borrar en su mente, ¿en qué te inspiraste para esa escena del crimen tan peculiar?
No sabría decir de dónde salió esa imagen pero, lo cierto, es que la vislumbraba desde hacía mucho tiempo. Las plumas de paloma formando un par de alas cosidas a un cadáver. Compuse la historia a partir de este pensamiento recurrente que me asolaba. No entendía su significado, así que decidí inventarle uno.
3- Estamos ante una historia dura, en la que el dolor y el sufrimiento de los personajes traspasa el papel. ¿Fue muy complicado, emocionalmente hablando, ponerse a escribir algo así?
Es inevitable que termine afectándote, así que podría decirse que es complicado. Pero, por otra parte, también es natural. El escritor, cuando escribe, vive varias vidas a la vez. Ha de ser el personaje, y ello implica vivir lo que él vive, sentir lo que él siente. Hay emociones con una intensidad devastadora de las cuales, cuando cierras el ordenador, no consigues librarte. Te contaminan. Has de hacer el esfuerzo entonces de ser la campana más grande que contagie su vibración a la pequeña para que no se hagan contigo. Es complicado experimentar emociones que no te corresponden y que son, además, tremendamente lesivas. Pero también es maravilloso. También es un regalo.
4- En tu novela hay una buena colección de personajes con pasado traumático y presente doliente. ¿Cuál es tu modus operandi para crear personajes tan complejos?
La observación y la transcripción. Tan sencillo como eso. La inmensa mayoría de las personas son niños viviendo en un mundo de adultos. Incluso la infancia más feliz tiene algo de traumático. Trauma e infancia son sinónimos. El paso del tiempo nos lleva a creer, erróneamente, que determinadas cuestiones están superadas, pero lo cierto es que nos equivocamos. Somos hombres y mujeres con las herramientas emocionales de niños. No hemos aprendido a poner límites, a cuidar de nosotros mismos, a amarnos, a amar a otros. En lugar de ello, hemos optado por hacer caso a esa grandísima herramienta que es el ego, tan buen siervo pero tan mal señor, que se aferra al dolor, que se identifica con él. Creo que esta es la principal causa del fracaso de la sociedad actual. Para crear este tipo de personajes a los que te refieres, basta con echar una ojeada rápida. Es sencillo.
5- ¿Qué te llevó a ubicar la trama en Rota, y concretamente en la base militar? ¿Qué tiene de especial ese lugar?
Rota fue el único lugar que escapó a la dictadura. Una pequeña isla sin ley en la que cada uno imponía la suya propia para que los americanos estuviesen contentos. Cuando descubrí la historia me pareció fascinante. De hecho, lo primero que hice fue buscar quién había escrito la novela que yo quería escribir. Me pareció tan extraño que no lo hubiese hecho nadie que no pude dejar pasar la oportunidad.
6- Por aquí somos muy fans de las novelas en las que se entremezclan diferentes épocas. ¿Fue difícil documentarse sobre la Rota de los años 50? ¿Qué hay de verdad y qué de ficción en tu obra?
Fue muy complicado. No hay información al respecto. Nada. Cuando quise documentarme solo encontré un documental sobre la influencia de la música americana en el flamenco. No hay nada más. Para serte sincera, esta opacidad no hacía más que aumentar la obsesión en la que estaba cayendo con Rota y los americanos, así que un día me fui al pueblo.
Todo lo que hay en la novela me lo han contado sus vecinos. Hasta la última anécdota es real. Por desgracia, la desaparición de tantas y tantas mujeres que, a día de hoy, sigue sin investigarse, también lo es.
7- Dolor, pérdida, violencia, fanatismo, también amor y un rayo de esperanza… hay varios y fundamentales temas detrás de tus historias. Aparte de una trama criminal, ¿qué quieres contar en tus novelas?
Siempre he concebido el género como una caja. Una caja que puede pintarse de negro, rosa o amarillo. Pero nada más que una caja. Lo que a mí me importa no es el recipiente sino lo que hay en su interior. Y lo que intento meter dentro es el ser humano. Lo que verdaderamente me importa no es el asesinato sino el asesino. Concretamente por qué él lo es y yo no lo soy. Qué lleva a una persona a quitarle la vida a otra. El bien y el mal. ¿Existen? ¿Nos pertenecen por naturaleza o son características adquiridas? Estas cuestiones son las que verdaderamente me interesan y sobre las que intento trabajar.
8- La última paloma es tu primera incursión en el género negro (negro negrísimo, obsidiana), ¿por qué crees que goza de tan buena salud entre lectores y autores?
Creo que responde a la globalización. Siempre ha habido crímenes, siempre ha existido el delito, pero hasta hace muy poco solo nos percatábamos de los que estaban a nuestro alrededor. La tecnología ha hecho que el mundo, que siempre ha sido un lugar muy grande, ahora sea muy pequeño. Lo conocemos todo. Todo está a nuestro alcance. La fenomenología criminal, también. Es inevitable que esta (en apariencia) proliferación del crimen interese a las personas, pues todos somos potenciales víctimas de un asesino, de un ladrón, de un violador. Y también es inevitable que nos preguntemos por qué. Qué hay detrás de esas personas que, como le dice la vecina al periodista «siempre saludaba, era un encanto». La novela negra es un perfecto lugar de estudio para esta cuestión.
9- Esta la tenemos que preguntar sí o sí, *dedos cruzados…*, ¿habrá más historias de Patria y Sacha?
Le tengo mucho aprecio a mi cuello. No me gustaría que mis editores se quedasen con él.
10- Para terminar, nos gustaría pasarte la clásica encuesta rápida de EL QUINTO LIBRO:
Un color: Rojo.
Una comida: PIZZA (así, en mayúsculas).
Un lugar: Castañeras (Asturias).
Una película: Apocalypse Now.
Una canción: Strangers in the night (Frank Sinatra)
No te pierdas nuestra reseña de La última paloma.