Graziella Moreno es una barcelonesa licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona que actualmente ejerce como jueza en su ciudad natal. Tiene publicadas cinco novelas: Juegos de maldad (2015), El bosque de los inocentes (2016), Flor seca (2017), Invisibles (2019) y El salto de la araña (2020). También colaboró en la antología de novelas cortas Querida Elsa (2018).
Además, este mes de agosto cumple un año como colaboradora de El quinto libro. ¡Qué más se le puede pedir!
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¿Nos podrías explicar, sin desvelar nada de la novela, el por qué del título de la misma?
Ya se insinúa en la cita que inicia la novela, en concreto, en una frase del filósofo danés Soren Kierkegaard. El protagonista, Javier Márquez, da un salto en su vida, en la misma forma que hace la araña cuando empieza a tejer su tela. Actúa por instinto, sin pensar, no sabe lo que se encontrará, ni si hace lo correcto. Sin embargo, es incapaz de comportarse de otra forma. Y se equivoca.
¿Recuerdas cuándo y cómo surgió la chispa de El salto de la araña?
Hacía mucho que quería escribir sobre la destrucción de una pareja. En el caso de la novela es una pareja joven, pero como he comentado en algunos clubes de lectura, creo que todos conocemos a un Javier y a una Alba de cualquier edad. Personas que inician una relación apasionada, en la que queman etapas muy deprisa, que se transforma en algo que no es amor y a la que son incapaces de ponerle fin. Se convierten en seres dependientes de esa sensación que les arrastra a tomar malas decisiones. Javier reflexiona sobre lo que le ha llevado hasta el punto en el que está, hasta esa primera escena en la que el lector descubre lo que pasó una noche de agosto en Vilafamés (Castellón). Es una forma de explicarse a sí mismo y al lector.
El peso de tu novela recae en una relación tóxica. ¿Son las relaciones tóxicas una de las grandes lacras de la sociedad actual?
Los seres humanos seguimos moviéndonos por emociones: el amor, el odio, la ambición, la venganza… Relaciones complicadas, imposibles, tóxicas, como queramos llamarlas, han existido siempre y seguirán existiendo.
Desde fuera nos parece muy sencillo ver dónde está el problema, pero quien está inmerso en ella es incapaz de encontrar la salida.
La novela que nos ocupa ha sido premiada en los Premios Letras del Mediterráneo, y está nominada como finalista en Cartagena Negra, entre otros premios, ¿qué se siente al ver la aceptación del público y la crítica?
Sorpresa y alegría inmensas. Escribes para contar esa historia que tienes en la cabeza, con la intención de transmitir emociones y cuando lo consigues, es el mejor de todos los premios.
Con el calor que nos atosiga este verano, te vamos a pedir que te mojes: ¿Cuál es tu «hijo» literario favorito?
No es un tópico si contesto que todos mis hijos son queridos por igual. Cada novela es un esfuerzo y una satisfacción cuando es publicada. Tienen su propia historia, marcan la época en la que estuve trabajando en ellas. Cuesta dejarlas ir, pero en todas queda la emoción y la ilusión que puse al escribirlas.
Soy incapaz de decidirme por ninguna.
Viendo el nivel de producción literaria que mantienes, con una publicación al año (exceptuando el 2018), ¿tendremos una novela de Graziella Moreno antes de que acabe el año?
En 2018 también publiqué, Querida Elsa, en formato digital para la plataforma Black&Noir. Se trata de una colección de novelas negras breves, para ser leídas en dispositivos electrónicos en la que hay autores como David Llorente, Rosa Ribas, Paco Gómez Escribano y muchos otros igualmente conocidos por el público.
El 2021 es un año de escritura y de encarar dos proyectos que tengo pendientes. Espero que vean la luz el año próximo.
El hecho de compaginar tu trabajo como jueza con la escritura, ¿te da material para tus historias?
Siempre digo que una de las cosas buenas de mi trabajo es el contacto con las personas. Eres testigo de primera mano de las reacciones humanas, de lo que nos mueve a actuar como lo hacemos.
Somos capaces de lo mejor y de lo peor, y eso, es lo que nos hace impredecibles. Y fascinantes.
Debe de ser una situación al menos extraña el hecho de que un posible condenado por un veredicto firmado por ti lea alguna de tus novelas mientras está en la cárcel, ¿verdad?
Todavía no tengo constancia de que eso haya sucedido, aunque tengo que confesar que lo he pensado. Me gustaría conocer su opinión sobre la novela en cuestión.
En el mundo literario existe una dicotomía: están los escritores que planifican las historias hasta el detalle, y quienes las dejan flotando para que se desarrollen conforme van escribiendo, ¿en qué bando estás?
Creo que en ninguno de los dos. Estaría en una posición intermedia. Algunas novelas requieren una preparación muy intensa y detallada, y otras van fluyendo a medida que la trama avanza. Lo que sí que hago es pensar constantemente en la historia en la que estoy inmersa y voy anotando todas las ideas que se me ocurren.
Como diría el irresponsable de Cartagena Negra, don Paco Marín, ¿tienes alguna manía a la hora de escribir?
Siempre me han gustado los irresponsables. Mi única manía es que me dejen tranquila para poder concentrarme. Un ratito.