Reseña de la novela Miedo en un puñado de polvo
‘La indestructible capacidad de lucha del espíritu humano’
Título: Miedo en un puñado de polvo
Autor: John Ives
Editorial: Círculo de lectores (1979)
Año: 1978
Páginas: 235
Género: Suspense y supervivencia
Calificación:
Sobre el autor
John Ives es uno de los seudónimos de los que se ha servido el novelista y guionista americano de intriga y suspense Brian Garfield. Su única obra publicada en castellano bajo el nombre de John Ives es Miedo en un puñado de polvo.
Sinopsis de Miedo en un puñado de polvo
Tres hombres y una mujer han sido abandonados por su secuestrador en el desierto de Arizona. Ante ellos no hay más que la desolada inmensidad; el agobiante calor del sol; la absoluta carencia de agua y alimentos. Sam Mackenzie ha nacido para sobrevivir a cualquier situación por desesperada que parezca.
Y será él quien se responsabilice de enseñar al grupo cómo defenderse de la temperatura, dónde encontrar agua, en qué sitio buscar algo para comer.
Además de los peligros del entorno, siempre existe la posibilidad de que el secuestrador vuelva para matarlos. Junto con las amenazas externas, hay algo todavía peor que los ronda constantemente: el deseo de dejar de luchar, de acostarse a esperar la muerte.
Mi opinión de Miedo en un puñado de polvo
Uno de esas historias rescatadas -como si los literatura estuviese en peligro de extinción- bajo una pira de otros libros y demás artículos marginados de entre la vasta montaña de cajas del altillo en el garaje de casa de mis padres. Uno de esos ejemplares con hojas de contorno sombreado por el tiempo y el manoseo que mi padre adquirió de la ya extinta estirpe de libros del mítico Círculo de lectores.
Varias décadas ha descansado, para volver a donde mejor reposa y sirve, una estantería donde compartir lomo con otros colegas.
Esta lectura me ha devuelto a esos días de lluvia y sofá, luz tenue -aún conservo la suficiente vista de cerca como para crear un entorno lector romántico- y café humeante a pocos centímetros de mi imaginación. Esta lectura me ha trasladado desde mi efímero reducto de paz mundana a un extenso desierto en donde la supervivencia combate con el exterior y con el interior de cada uno de sus personajes.
‘Al final, la dignidad es el único patrimonio del hombre’
Leemos el título y podríamos estar pensando en algún Espagueti Western de Sergio Leone, y lo cierto es que algo tiene de western contemporáneo. Su motivación vengativa, su trepidante crudeza de algunas escenas y su cultivo introspectivo de los personajes. Si a eso añades armas, desierto y el implacable sol oteando el horizonte, podemos sumergirnos en un salvaje relato.
Desde la primera página divisamos la intención del autor por demostrar acción en su narrativa. La narración en presente, los saltos de tercera a primera persona y la acelerada descripción de lo que está sucediendo confieren a esta obra un carácter adrenalínico.
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EE.UU, años 70. Duggai, un francotirador indio en Vietnam escapa del psiquiátrico en el que fue recluido (parece la introducción de El equipo A, pero no) y donde vivió un infierno mayor que en la guerra. Secuestra a los 4 doctores que propiciaron su internamiento y los abandona en mitad del desierto, sin ropa ni enseres algunos, y con el acecho perpetuo de su secuestrador, cual Apache silueteando las colinas.
Es ahí donde comienza el infierno para ellos, y la venganza para Duggai. No quiere matarlos, quiere devolverles extraer su dolor y alojarlo en ellos, dando lugar una búsqueda infinita por la supervivencia física y moral; en donde Mackenzie, medio navajo, ejerce de líder del grupo con sus enseñanzas y conocimientos.
La muerte es un estado muy vivo continuamente en esta novela.
La vida es poco más que la pesada carga que portan los cuatro secuestrados, y en esa lid es donde el relato psicológico que describe John Ives cobra tintes más profundos y existenciales. El peligro ya no es únicamente el secuestrador, sino los propios instintos de cada uno para dejarse vencer, para dejarse morir.
Miedo en un puñado de polvo es una novela que sobrevive al paso del tiempo, que se lee con fluidez y que entretiene en cualquier época del año. Quizá falte algo de desgarro, o hubiese cabido, para redondear un sufrimiento más punzante en el lector, para adentrarse aún más en la piel de los personajes. No obstante, no deja de ser una buena recomendación.