Entrevista a Abel Aparicio

28 noviembre, 2020
28 noviembre, 2020 Víctor M. Mirete Ramallo

Entrevista a Abel Aparicio González, autor de ¿Dónde está nuestro pan?

‘La Transición cerró una herida en falso con miles de víctimas’.

Ha llegado a nuestra redacción una nueva propuesta de lectura de una novela. Por suerte, El quinto libro cada vez tiene más repercusión en el mundo de las letras, despertando el interés de autores y editoriales que nos tienen en consideración para reseñar sus obras. Obviamente en ese trueque literario, hay cabida para todo, y no todo entra dentro de nuestros intereses como lectores y blogueros, pero de vez en cuando llegan mails que desde el primer renglón ya despiertan un atractivo especial.
El poeta y novelista leonés Abel Aparicio González, con su ópera prima (en prosa) ¿Dónde está nuestro pan?, ha conseguido tocar las teclas oportunas de El quinto libro, hasta el punto de ‘obligarnos’ a realizarle una entrevista que secundaremos más pronto que tarde con la reseña pertinente a la novela. Por lo pronto disfrutaremos charlando con él, y atendiendo a la cantidad de frases para la reflexión que nos deja:

Abel Aparicio1. Leemos mucho sobre la guerra y la posguerra mundial, pero tenemos una carencia arraigada en nuestra memoria local. ¿Por qué crees que cuesta tanto dar visibilidad a esa parte de nuestra historia?

El miedo inculcado durante la Guerra civil y la dictadura franquista llega hasta nuestros días. Un estudio alemán analiza la trasmisión de ese miedo, desde la generación que vivió la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.

En España esto no se trata, como si no existiese. Hasta ahora hablar del sufrimiento de las víctimas era prácticamente tabú. La Transición cerró una herida en falso con miles de víctimas en las cunetas y para ello utilizó el silencio más aterrador.

2. Parafraseando el título de tu obra, y a tenor de lo convulso de nuestros días, ¿Dónde crees que está en este momento de la historia nuestro pan?

El pan lo fabrican siempre las mismas y los mismos, pero no está en sus manos. Grandes empresas con miles y miles de euros de beneficio contratan a sus trabajadores por el salario mínimo. Es una obligación repartir esas raciones de pan.

No se puede cubrir la deuda de una entidad financiera con el dinero de todas y de todos y cuando empieza a dar beneficios, volverla a privatizar.

Ahí está el pan, en las garras de los buitres.

3. Un poeta que se sube a lomos de la narrativa en una, podríamos llamarla, ficción basada en hechos reales. ¿Cómo ha sido ese proceso de cambio? 

Para mí no fue nada fácil. En un poema, con cinco, diez o veinte versos sintetizas una idea. La novela es otro mundo, mantener la atención del lector durante doscientas páginas sin que este la cierre por aburrimiento para mí era un reto al que no me atrevía a asomarme. Por suerte o desgracia, al conocer las tres historias que relato en el libro, me vi obligado a hacerlo.

4. Hablamos de hechos reales que conllevan una meticulosa y profunda documentación, ¿hasta tal punto de haberte encontrado con historias y pasajes casi insospechados?

Conocer la trascendental vivencia de personas que viven a menos de media hora de mi casa y pensar, ¿por qué no conocía nada de esto?, me obligó a profundizar aún más. Lamento que en el instituto no me hubieran ensañado esta parte de la historia. Creo que los estudiantes saldrían mejor formados.

Hay testimonios que son una lección de vida.

5. ¿Qué camino histórico has seguido en esta obra, desde la documentación hasta la redacción?

Mi primer contacto fue un recuerdo, una conversación en la cocina de mi abuela materna en el año 1992, durante la primera marcha negra, en la que los mayores hablaban de que los mineros habían cortado la N-VI. Hace unos cinco años, gracias a mi pasión por la bicicleta de montaña empecé a conocer esos parajes, los cuales provocaron en mí una atracción casi obsesiva.

Mientras pedaleaba, iban pensando en que esos lugares eran idílicos para ambientar una novela. Luego vino conocer al paisanaje y, finalmente, tener amigos como Alejandro Gutiérrez, un historiador de Ponferrada, que me facilitó las causas judiciales en las que se basan los dos primeros relatos.

6. ¿Qué le aporta la parte de ficción que has introducido a la realidad, y viceversa?

En cuanto a los dos primeros, hacerlo más llevadero, de una lectura más fácil y con elementos que ayudan a enganchar al lector, o esa era mi intención. En el tercero, es una parte fundamental para vincular la historia con el presente. Todo, siempre, tiene su raíz.

7. La mujer obrera, la política de cercanía, la preservación de los ideales y la importancia del espacio rural… Esta obra incide en esos temas, transportando además un carácter  reivindicativo que tiene su eco en nuestros días ¿Qué consideras ha cambiado para bien y qué queda aún por cambiar de esa lucha que comenzó a fraguarse en la época que narras?

Como se puede leer en el libro, hablo del sueldo de las mineras, seis pesetas y media al día. El de los mineros era exactamente el doble, trece pesetas. A las mineras cuando se casaban las echaban de la mina, porque tenían que estar en el hogar. Esto, entre otras muchas cosas, explica el machismo reinante de nuestros días.

La lucha de esas mujeres abrió un camino lleno de obstáculos, pero aún queda mucha maleza que desbrozar.

8. La mina leonesa. Un trabajo ímprobo y extremo que ocupa un grueso importante de la novela y que además sirve de nexo para los tres relatos. ¿Hasta dónde llega la importancia de esa mina y sus trabajos en aquel momento y lugar?

Con el trabajo de los mineros y mineras se mantuvo la energía de este país durante muchos años. Las condiciones laborales de los que sacaban carbón eran extremas. Picando carbón tirados en el suelo, con frío, humedad y unas medidas de seguridad lamentables. No hay más que acercarse a una cuenca para que te lo cuenten en primera persona. La mina es un eje vertebrador en cualquier zona minera. Ejemplo de lucha, con todas sus contradicciones, por su puesto, que hay muchas, pero un ejemplo.

9. De alguna forma la tradición y los legados se construyen a través del lenguaje oral y escrito, pero se necesita la voluntad y el esfuerzo de las nuevas generaciones para hacer de altavoz. ¿Obras como la tuya crees que sirven para preservar esa memoria?

Se necesitan muchos altavoces para preservar esa memoria. Yo soy un altavoz muy pequeño, con una editorial muy pequeña, pero teníamos la obligación moral de contar esto. Hay puertas imposibles de mover en un principio, pero llamando muchas veces, incluso dando patadas, esas puertas se acaban abriendo. Sería un fracaso como sociedad que las nuevas generaciones no conocieran la historia de su país.

10. Uno de tus relatos contiene un pasaje protagonizado por un panadero que nos hace pensar en la dura tragedia de la hambruna en tiempos de posguerra . ¿Seguimos en tiempos de posguerra en algunas comarcas?

Que un grupo de mujeres se organice para reivindicar el pan que le correspondía por ley, asumiendo que podían ir a la cárcel, que se les cortara el pelo al cero o que les diesen aceite de ricino es algo de valorar. Muchas veces buscamos héroes demasiado lejos obviando que nuestros pueblos o barrios están llenos de heroínas.

11. En otro de los relatos encontramos un tren, un asalto, muertos, prófugos y un botín de 127.000 pesetas. ¿Me lo parece a mi o pinta a western español?

En ese relato quiero contar la historia del segundo asalto a un tren más importante en este país en cuanto a la cantidad de dinero que se pretendía sustraer. Que esto sea desconocido me obliga a hacerme muchas preguntas. Si esto hubiera ocurrido en otro país hoy habría una serie o una película que lo contase, no tengo ninguna duda.

Analizando detenidamente, entiendo que el régimen franquista quiso ocultarlo. Que un intento de asalto a un tren se produjese apenas medio año después de acabada la guerra podría sentar un peligroso precedente para sus intereses.

12. ¿Qué permanece del Abel poeta en esta novela? 

Menos de lo que me hubiera gustado. Intente hacer una escritura ágil. Quizá algunos paisajes, momentos o situaciones merecían ser tratados de una forma más poética. Sin embargo, equivocadamente o no, entendí que este libro pedía algo distinto.

13. Cabe mencionar que esta ópera prima en cuanto a narrativa se refiere, está teniendo una muy buena recepción. No en vano fue presentada en el pasado festival de literatura negra de Gijón. ¿Cómo valoras tu llegada al mundo de la prosa? 

Sinceramente, ni me atrevía a soñar estar presente la Semana Negra de Gijón. Presentar allí, a pesar de las condiciones especiales de este año, fue algo espectacular. En cuando a la aceptación del libro, tanto en la editorial como yo estamos superando todas nuestras expectativas. Si sigue así el ritmo, a principios de año saldrá una segunda edición.

14. ¿Hay ánimo para seguir cultivando este género en próximas obras? 

Sí, la verdad es que sí. Me siento muy a gusto escribiendo novela o relato. Lo difícil es tener algo interesante que contar y como dije al principio, saber contarlo bien para que la persona que te lee no se aburra. En mi cabeza hay varias ideas, pero vamos a ir despacio.

15. Muchas gracias por tu tiempo y obra. Por último, nos gustaría pedirte que nos recomendaras una película y una canción que nos transporten también a ¿Dónde está nuestro pan? 

Películas voy a recomendar dos: ‘¡Qué verde era mi valle!’, de John Ford, y ‘Billy Elliot’, de Stephen Daldry. En cuanto a la canción, la que me hicieron Javi Morán, Solito Trovador y Clara Fernanz, que lleva por título ‘¿Dónde está nuestro pan?’

La cual podemos escuchar a continuación…

Podéis adquirir la novela haciendo clic en el enlace: ¿Dónde está nuestro pan?

 

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Víctor M. Mirete Ramallo

Escritor murciano nacido en 1982, Autor de la “Saga de Ficción Histórica de Frédéric Poison” y cuyo lema es: «La vida no consiste en vivir de ilusiones, sino en vivir ilusionado.

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