Entrevista a la escritora Susana Cañil.
‘Las mujeres podemos hablar de sexo en los mismos términos que lo haría un hombre sin tener que arrastrar una injusta etiqueta de por vida’.
La madrileña Susana Cañil es la pequeña de una familia que utiliza los libros como herramienta diaria de entretenimiento y aprendizaje. Hija y hermana de habituales lectores, desde siempre ha tenido inyectada en vena la literatura. Ella misma reconoce que buena parte de los juguetes de su infancia fueron los libros. Con una edad impropia para cierto tipo de lecturas, asegura haber reunido la colección entera de las obras de Agatha Christie, que aún conserva como una joya. Esa colección está abrigada por centenares de libros de diferentes géneros y temáticas. A día de hoy no duda en afirmar que lee una media de tres a cinco libros al mes, lo cual compagina con la familia (tres hijos), los amigos, la afición a viajar, a la música y al diseño de moda.
Susana cuenta con una dilatada carrera profesional en diversos sectores empresariales, y en los últimos años ha recabado en el mundo de la moda, trabajando al servicio de una conocida diseñadora española.
Con todas estas lides, era innegable que acabaría buceando en las letras hasta convertirse en escritora. Así mismo comenta que ese periplo profesional dentro de la moda le ha valido como inspiración para desarrollar parte de su obra literaria, ‘Espérame en París’. Cuenta, además, con otras dos obras más en su haber, como son los ensayos ‘Cañilismos Canallas: La taberna de mi entrepierna’ y ‘Cañilismos Canallas: Mi punto C’. Este último, por cierto, prologado por la conocida periodista y escritora Teresa Viejo.
Por todo esto, queremos conocerla más en profundidad para adentrarnos en sus emociones y pensamientos de la mano de esta entrevista que da comienzo con una pregunta poco habitual.
P: ¿Eres canalla?
R: Si no me atengo a la definición que la RAE otorga a esa palabra, sí. Es un término que me empeño en recuperar porque, personalmente, me resulta delicioso. Siempre dentro de un contexto de amabilidad y elegancia. Alejado de cualquier connotación peyorativa, pero con pinceladas de irreverencia, ironía y máximo sentido del humor.
Ya que eres canalla, por favor, que sea con denominación de origen.
P: Sabiendo que te gusta viajar, ¿qué libro (y por qué) te llevarías a una isla desierta, si supieras que no vas a salir de allí y que solo podrás tener esa única lectura?
R: ¿Un solo libro? ¡Ni hablar! Aunque fuera el mejor del mundo, nuestra relación terminaría en odio mutuo. O incluso peor; uno de los dos acabaría matando al otro. Mejor me llevo lápiz y papel.
P: Se percibe fácilmente que eres una mujer apasionada en todo lo que haces, por eso me gustaría que nos dijeses qué significan para ti varios conceptos, comenzando por este ¿Los amigos?
R: Mis cómplices. Mis grandes tesoros. Esa familia elegida, que no es con la que compartes lazos sanguíneos, sino con la que intercambias transfusiones de risas y cariño, instantes mágicos, favores desinteresados, secretos y felicidad.
P: ¿La familia?
R: La familia por el contrario es como una lotería. Te toca y no puedes cambiarla por otra, como si de un cromo se tratara. Lo vínculos de sangre están sobrevalorados. Se ama a las personas que hacen cosas por ti, a los que están en tus momentos más bajos, a los que no te fallan cuando les necesitas. Se ama a las personas con las que te relacionas frecuentemente, y no siempre la familia cumple esas premisas. ¿Quién te puede obligar a querer a esa tía del pueblo a la que ves en bodas, bautizos y entierros y con la que no te une nada, salvo un apellido?
Amor eterno solo puedo jurar por mis hijos. El resto de los amores hay que pelearlos día a día. Las relaciones, sean de la naturaleza que sean, son carreteras de doble dirección; si tú das y nunca recibes, la balanza termina decidiendo. Y lo demás son pamplinas.
P: ¿El amor?
R: Todo gira en torno a él. El amor es el que domina nuestras vidas: amor a nuestros hijos, a nuestras ideas, a la familia, a los amigos, a una profesión… Ahora, si ya hablamos del amor de pareja como tal, nos adentramos en un terreno más pantanoso. La rutina, la pereza, las responsabilidades, los niños, provocan una pérdida de la pasión inicial. Permitimos que lo original se convierta en cotidiano, la excepción en la regla. Lo dejamos todo para luego, y nos adentrarnos en un universo de hábitos y costumbres que acometemos como autómatas. Y una vez que eso ocurre, ingresas con honores en la tóxica dinámica patrullada por la astenia y el aburrimiento, que son como células malignas; van conquistando terreno hasta mutar en un cáncer terminal que dinamita la relación. Hay que atajar mucho antes para no llegar a eso. Pero no lo hacemos. Curioso me resulta el hecho de que los humanos recurramos al médico cuando nos sentimos mal y sin embargo no obramos de la misma manera cuando notamos los síntomas inequívocos de que algo no marcha como es debido en una relación.
P: Por cierto, ¿qué pasa los viernes? Solo hay que pasearse por tus redes sociales para comprobar que el viernes para ti es un día excitante.
R: El viernes siempre fue mi día favorito de la semana, desde bien pequeña. Todos los viernes en mi perfil de Facebook publico una foto sensual, pero elegante, que alude claramente al sexo entre un hombre y una mujer. No nació esa idea con la vocación de provocar, sino de reivindicar. Que las mujeres podamos hablar de sexo en los mismos términos que lo haría un hombre y sin tener que arrastrar una injusta etiqueta de por vida. Las mujeres demandamos lo mismo que los hombres. Siempre ha sido así, solo que la sociedad ha condenado sistemáticamente a las mujeres que se han saltado las reglas. Por fortuna hoy en día eso no sucede, aunque queda un reducto de inadaptados mentales y sociales, que todavía se atreven a juzgar a mujeres que viven su sexualidad libremente, atendiendo a sus deseos y no al encorsetado y apolillado pensamiento de unos pocos de cara a la galería. Trasnochados que no tienen cabida al lado de mujeres con pensamientos modernos, propios del siglo en el que vivimos. Sin yo quererlo se ha convertido en mi seña de identidad. Lo cual ni celebro ni condeno. Seguiré publicando la foto si con ello ayudo a alguna mujer a entender que nunca debes perderte la pista por seguir la de otros.
P: Has encontrado en la moda tu forma de vida y de inspiración literaria. ¿Cómo conjugas esos dos mundos?
R: Mi novela “Espérame en París”, nace precisamente de un manotazo imaginario a ese mundo de la moda en el que aterricé por casualidad, me quedé a vivir doce años y al que enjaulé en un paréntesis en pos de un sueño; publicar una novela. Han pasado cinco años desde entonces y mi resumen es que ha supuesto toda una catarsis en mi vida personal y profesional. Sigo en el mundo de la moda, pero desde y para otro escenario. La moda es un lenguaje, un idioma universal y revolucionario con el que expresamos estados anímicos y sentimentales, complejos, gustos, cambios, emociones… Y por encima de todo, una tarjeta de presentación de nuestra identidad. Hay que aprender a amarla desde otra perspectiva; entender que deberíamos erradicar la parte frívola que se desprende de este negocio y convertirla en nuestra aliada. Así lo explico en mis cursos y esto me ha servido para reconciliarme con ella y sacarla del paréntesis, pero con correa porque es una díscola.
P: Sin duda, la moda, es una de las disciplinas artísticas más sometida al cambio, a la tendencia y a la reinvención ¿Crees que la literatura también lo es?
R: Todo está hecho, escrito, cantado, pintado e inventado. No me cabe la menor duda. Pero a la vez, las modas y tendencias son cíclicas en todas las artes y materias. Al final todo retorna con la misma raíz, pero renovado. Versiones versionadas una y mil veces.
La clave siempre está a la vista, no es ningún secreto: talento, trabajo y creatividad. No hay que perseguir la innovación sino la excelencia.
P: Has acuñado el original término de ‘Cañilismo’ ¿Qué significa?
R: Mis dos últimos libros son ensayos. Una pequeña muestra de mis más de tres mil aforismos escritos y registrados. En un claro juego de palabras ligadas a mi apellido que se le ocurrió a mi editor. En vez de utilizar la palabra frase (demasiado simple) o el término aforismo (demasiado confuso), decidimos que se llamaran Cañilismos y con ellos crear un vínculo entre el contenido y su autora. Lo que viene a ser imagen de marca. Los Cañilismos son reflexiones de la vida en formato monodosis.
P: ¿Quién te espera en París?
R: La pregunta sería: ¿quién querrías que te esperara en París? Y tengo clara la respuesta, pero no la diré yo sino el tiempo.
P: ‘Espérame en París’ viene también acompañada de un disco con las veinte mejores canciones francesas ¿Cómo nació esa idea y por qué?
R: La idea partió de mi amigo de la adolescencia y empresario musical, Miguel Ángel Sánchez, que me propuso hacer un disco recopilatorio con todas las canciones que aparecen en la novela. Pero nos dimos cuenta de que de todos esos artistas ya había en el mercado muchas recopilaciones y sin embargo de las mejores canciones francesas de todos los tiempos no había nada. Se lo planteamos a la editorial, con la idea de que tuviera el mismo título y concepto gráfico que el libro, y les pareció una original idea, que además añadía un plus de interés y elegancia al libro. Y dicho y hecho. Estoy muy contenta con el resultado.
P: ¿Qué música escuchas para inspirarte literariamente hablando? ¿Es la misma que escuchas por diversión?
R: Nunca escucho música cuando escribo. Necesito orden, calma y silencio. La música que me gusta es tan variada como opciones hay en el mercado: adoro a Sabina, Serrat, la música ochentera. Pero me encantan también Melendi, Dani Martín, Bowie, Beatles, los cantantes italianos. Me chifla la música francesa y la ópera. Como veis, una ecléctica mixtura de géneros musicales diferentes entre sí, pero no por ello excluyentes unos de otros.
P: ¿Qué tratas de mostrar en tus novelas, existe algún mensaje crítico o social?
R: ¡Por supuesto! Un escritor va dejando pistas sobre sus gustos, su origen, su manera de pisar por la vida, sus creencias, sus filias y sus fobias. Algunos ni siquiera son conscientes de que lo hacen, otros tratando de ocultarlo lo evidencian más todavía. Y luego estamos los que nos quedamos a la intemperie y desnudamos el alma. Yo escribo como quien necesita deshacerse de la sangre que circuló el día anterior. Soy muy transparente y directa, con todo lo negativo que eso lleva hilvanado. Pero, por fortuna, también con todos sus beneficios colaterales.
P: Aludiendo a tu personaje Olivia Galera, ¿qué hay que hacer para escapar de la crisis de los 40?
R: No creo que sea una crisis como tal, pero sí supone un punto de inflexión. Es cierto que a esa edad y con suerte, nos encontramos en el ecuador de nuestra vida. Somos lo bastante maduros como para portar en nuestra mochila un bagaje emocional, laboral y sentimental que nos permite discernir qué es lo que no marcha como nos gustaría en nuestra vida. Pero, a la vez, también somos lo bastante jóvenes aún como para contar con un margen de maniobra importante en caso de querer cambiar, enmendar o alterar algo de la misma. A esa edad podemos tener hijos, volver a enamorarnos, cambiar de profesión, afrontar retos que en su día no pudieron ser, cumplir sueños… Mi novela habla de todo eso. De cómo no debemos obsesionarnos en conservar trabajos insatisfactorios en los que ya no evolucionamos ni crecemos, a seguir alimentando relaciones que están ya más que extintas y que ya no nos hacen emocionarnos, ni vibrar; a cultivar amistades de conveniencia o a vivir con el “qué dirán”. En definitiva, a soltar el lastre del miedo.
Ese miedo, legítimo y racional por otra parte, pero que te impide avanzar y darte cuenta de que aferrarse a lo conocido es más de cobardes que de valientes.
P: ¿Qué es el Callejón de los Canallas?
R: Hace tres años alguien me alentó a abrir un blog y plasmar en él todas mis ideas, mis vivencias, mi forma de pensar y actuar. Confieso que lo inauguré sin ganas, sin ninguna ilusión. Con esa sensación de que iba a ser otra carga más de las muchas que ya llevaba encima. Lo veía como un monstruo al que debía alimentar, cuidar y mimar y del que solo iba a recibir indiferencia, en el mejor de los casos. Tres años después este blog se ha convertido en mi vía de escape, en mi salida de emergencia, en la metralleta con la que en vez de balas disparo palabras, en mi amante perfecto, en mi tarde de domingo y en esa Coca Cola con pepinillos al sol que tanto saben los que me siguen que me gusta. Ahora ya no sabría vivir sin él. Hemos creado una dependencia mutua, una perfecta simbiosis en la que él me pide y yo le doy y ambos salimos ganando con creces.
P: Eres colaboradora asidua en la radio ¿Qué tiene ese medio de comunicación que no tienen los demás, y qué te aporta a ti?
R: Como todo lo importante en mi vida, llegó por casualidad, sin pretenderlo ni buscarlo. Y cuando la pruebas, es una droga. Sabes que no hay vuelta atrás. Tal vez puedas dejarla una temporada, pero siempre serás dependiente de ella. En esta sociedad actual en la que prima todo lo visual, la radio te obliga a un saludable ejercicio de imaginación en el que tus cinco sentidos despiertan de su letargo y se proyectan en mil emociones inimaginables. Como mirar a través de un caleidoscopio, pero en este caso a través de las sensaciones. ¡Cuánto se ve escuchando! La radio es pura magia.
P: Acabamos como siempre con nuestra pregunta fija. ¿Qué te hace reír y qué te hace llorar cada día?
R: Para mí en la vida solo hay dos cosas importantes: la salud y los afectos. Ellos me proporcionan los peores y los mejores momentos. ¿El resto? Es decorar la vida con cositas.
ENCUESTA RÁPIDA DE EL QUINTO LIBRO
Un color: El azul
Una comida: La paella
Una película: Casablanca
Una canción: Cualquiera de Sabina
Un lugar para vivir: Madrid
¿Nos cuentas un chiste?
Soy muy feliz desde que te fuiste al carajo.
-Pero Cortázar, no podemos publicar eso.
-Está bien, entonces pon: «Hay ausencias que representan un verdadero triunfo.»
Puedes conocerla también aquí.
Twiter: @SusanaCanil