Reseña de Conticinio, de Antonio Cánovas Pinto
«Cuando todo está en silencio»
Datos Publicación
Obra: Conticinio
Autor: Antonio Cánovas Pinto
Editorial: OLÉ LIBROS
Páginas: 144
Año: 2021
Género: Poesía
Sobre el autor
Antonio Cánovas Pinto (Murcia, 2000)
Dedica su vida a la representación pública y la escritura, tanto en verso, por medio de poemas, como en prosa, a través de su columna de opinión en el periódico Murcia Plaza.
Estudia Ciencias Políticas en la Universidad de Murcia. Comparte su vida con su afición a la numismática y al buen palique.
Antonio Cánovas publica con Olé Libros Tiempos de anhelo (2019) y Conticinio (2021) en la colección Ites de poesía.
Sinopsis de Conticinio
Conticinio nace tras un viraje hacia el existencialismo pesimista y romántico propio de corrientes decimonónicas presentes hoy. Con un estilo clásico, cada verso traslada una historia distinta. La obra está dividida en dos libros: Soliloquio y Confesiones.
La primera acoge la mayoría de la obra, con poemas de mayor extensión y fondo, siendo sucedida por una segunda parte engalanada de breves poemas que simulan ser herederos de los proverbios y cantares propios de la literatura española.
Las principales temáticas viajan entre un primer desencanto roto en plena utopía, la pérdida de fe y su lucha por permanecer, la reflexión sobre la nimiedad de la naturaleza y los pequeños actos de la cotidianidad y la aceptación plena del destino común de todo ser: dejar de ser.
Conticinio refleja la evolución de una filosofía en gestación con un alto grado de madurez, mostrando una poesía culta, elaborada y que incita e invita a una profunda reflexión. El conticinio es la musa de estos versos, nutridos de silencio y frío, algo oscuros, pero siempre acompañados, aunque sea por la luna; aunque a veces no podamos ni tan siquiera acariciarla con la mirada.
Mi opinión sobre Conticinio
No toda la poesía que se escribe por los jóvenes creadores tiene que ser radicalmente distinta a lo que se conoce. Me refiero a la influencia de los poetas clásicos contemporáneos, si es que tal oxímoron es asumible. García Lorca, Juan Ramón Jiménez o Machado, si tiramos para atrás.
O un poco más reciente con Jaime Gil de Biedma o Sánchez Ferlosio. Por alguna razón, se consolida la idea de que la poesía tiene que ser discordante, transgresora y radicalmente distinta a todo lo célebre, aunque el resultado final cause indigestión.
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No ocurre lo mismo en la narrativa. Ahora mismo, hay jóvenes autores esforzándose por practicar el tono aterciopelado de Ruiz Zafón, el dinamismo de Arturo Pérez-Reverte, la profundidad de Manuel Vilas o —y esto suele ser lo más común— el realismo sucio de Bukowski y ese intento estéril y soberbio por sincronizar la Generación Beat con los «tiempos modernos».
Por eso he disfrutado especialmente la obra de Antonio Cánovas. Y he saboreado sus poemas de alumno aventajado de aquellos clásicos contemporáneos. Y que nadie se confunda pensando que por ello su obra pierde originalidad; sucede al contrario.
Su tono emana de aquellos poetas, pero los planteamientos figurativos de su poesía son completamente actuales.
Y lo son por una cuestión de lógica elemental: las tribulaciones que padece el joven autor murciano no se parecen ni en el fondo ni en la forma de aquellas que sufrieron sus antecesores. Pero el placer de la lírica, de éxito demostrado y reconocido de aquellos, adaptado a estos tiempos y a estos poetas, aporta un contraste que despierta las papilas gustativas de la inteligencia, como la mezcla del agrio con el dulce lo consigue con las de la boca.
La hora de la noche cuando todo está en silencio (Conticinio), es la segunda publicación de este joven escritor. Tiempos de anhelo (2019), fue su debut, y en la que reseño hoy se pone de manifiesto que la experiencia es un grado en cualquier asunto de la vida. Emergen de manera más clara los eternos dilemas de los poetas, como la presencia del final o la consistencia que adquieren las pequeñas cosas cotidianas cuando terminan condicionando nuestra existencia.
Una obra, en definitiva, que hará las delicias del lector que sepa reconocer el contraste que antes mencionaba.
Que ponga el valor el esfuerzo que supone simular —aunque solo sea en el tono—, a aquellos autores que han pasado a la historia universal de la literatura, y encima hacerlo bien. Pero, sobre todo, la disfrutarán aquellos que no tengan en cuenta la edad del autor, y no porque esto suponga menoscabo de su capacidad, sino porque es insultantemente joven para hacerlo tan bien.
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