Francisco Gómez Escribano (Madrid, 1966), comparte su vida entre el ámbito profesional impartiendo clases de Formación Profesional en un instituto público de Madrid, con la escritura de novela negra, de intriga y de misterio, aunque también ha hecho sus pinitos en el mundo de los relatos e incluso de la poesía. Además es un melómano que disfruta con la buena música (el reguetón NO es buena música) y toca la batería y la guitarra. Un hombre del Renacimiento, sin duda.
Hemos tenido la suerte de que nos conceda un rato tras su paso por el festival literario Gata Negra para contestarnos a esta informal entrevista.
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Para quien todavía no te conozca, ¿quién es Paco Gómez Escribano?
Pues es muchas cosas, según los entornos en los que me mueva. En el trabajo soy un profesor. En el local de ensayo, un tipo que toca la batería. En mi barrio, un señor ya talludito, del barrio de toda la vida. Y en el mundillo literario de novela negra, algún jovenzuelo empieza a llamarme maestro, que no me molesta, pero sí que me corta un poco. En fin, de aquí a los homenajes y a los premios a la trayectoria en menos de un telediario, y eso ya me jode más, no por los hechos en sí, que me encantarán, sino por su significado: cuando ese día llegue seré un viejo, o un tarra, como decimos en mi barrio.
5 Jotas es, una vez más, una novela de gente de barrio, ¿te sientes cómodo contando este tipo de historias?
Te has dao cuenta tú también ¿verdad? Fuera de broma, me encanta lo que hago, me lo paso de vicio inventándome las historias y diseñando las tramas y los personajes.
Yo escribo de lo que sé, y creo que eso se nota.
¿Dónde, cómo o por qué surgió la chispa de 5 Jotas?
Me apetecía dar un atraco. Ya robé un furgón blindado en Manguis y ahora me apetecía dar otro palo. Así que pensé en jamones ibéricos pata negra. Si el kilo son doscientos pavos, cada jamón de media pesa diez kilos y el almacén es como medio campo de fútbol, solo hay que multiplicar. Es mucho dinero, es pintoresco y, además, como ingeniero que soy diseñé el sistema de seguridad para hackearlo y esto me gustó, porque nunca antes había podido aplicar mis conocimientos técnicos. Con esto en la cabeza empecé a darle vueltas.
El año pasado, en la novela ganadora de Cartagena Negra, se velaba a un difunto a quien le colocan unas gafas de sol de espejo, en tu novela nos encontramos que se mete un ataúd en un bar lleno de borrachos para incinerarlo más tarde. ¿Qué está pasando en la novela negra actual con los velatorios?
Pues es un buen precedente para 5 Jotas y espero que sea simbólico. La novela negra siempre ha tenido cadáveres para regalar y no sería la primera vez que se usa un velatorio para que los malos se reúnan alrededor del ataúd para seguir planeando maldades. En mi caso, sencillamente me pareció algo curioso lo de poner el cadáver en el bar porque el tipo no tenía dinero. Aunque he exagerado un poco la anécdota surge de un hecho real cercano a mí.
El Charli, el Banderines, el Pestañas, el Ñapas… ¿Qué nos puedes contar, sin desvelar ningún secreto, de los personajes de tu novela?
Pues que me trabajé mucho la caracterización, pero es que la trama lo requería. Quizá el personaje del Banderines sea el más complejo. Como tenía que planear el golpe le puse un cociente intelectual de ciento sesenta. Lo de ser travesti me surgió porque pensé en que para buscarse la vida hiciera sesiones de tupper sex, el toque humorístico. El Charli es amigo suyo desde pequeño, y se me ocurrió que fuera el que le viniera con la idea del atraco. Las parejas funcionan bien en literatura y más si son complementarias. El Pestañas es un loco de los ordenadores y lo he dibujado como son la mayoría de informáticos: desgarbado, pelo largo, gafas y con adicción a la Coca Cola (obviamente no todos son así, pero me pareció un buen arquetipo). También me apetecía ver las consecuencias del robo en el matrimonio dueño del almacén y meter un poco de investigación policial al final, lo que me condujo a un narrador omnisciente. En fin, no me extiendo más.
Teniendo en cuenta el planteamiento de 5 Jotas, ¿crees que va a durar mucho la originalidad del golpe o la realidad le va a adelantar pronto?
Bueno, el caso es que un año después de empezar a escribir ya vi un atraco de jamones en un periódico, distinto al de la novela, pero el hecho ahí estaba.
¿Crees que la novela negra ha cambiado significativamente el tratamiento que hace de los personajes LGTBI?
Por supuesto. No olvidemos que la novela negra tiene mucho de realismo social, y el colectivo LGTBI es demasiado importante para quedar fuera.
Yo elegí un personaje travesti porque ya había habido policías, detectives y ladrones homosexuales o transexuales, pero travestis…, no me suena.
Leyendo tu novela se puede concluir que no necesitas documentarte para el tipo de historias que cuentas, ¿esta afirmación es real o hay un trabajo de documentación detrás?
Hay un trabajo de años, de décadas, diría yo. Lo que pasa es que mientras lo hacía yo no pensaba que estaba documentando para escribir en un futuro.
Muchos escritores aseguran que los personajes llegan a tener “vida propia” y siguen derroteros que el autor no esperaba, ¿te ocurre a ti este fenómeno?
Eso queda muy bonito, pero no es cierto. Yo controlo mis tramas y mis personajes. Menudo escritor sería yo si se me descontrola la historia. Ni de coña.
Como diría el irresponsable de Cartagena Negra, don Paco Marín, ¿tienes alguna manía a la hora de escribir?
No soy de manías, pero eso sí, cuando me siento a escribir, tengo que estar seguro de que voy a tener tiempo de sentarme un rato cada día. Si no es así, no empiezo. Sí que es cierto que en 5 Jotas he escuchado mucho Blues mientras escribía, pero eso ha sido porque al Banderines le gusta el Blues. Normalmente me gusta escribir en silencio, sin música y sin ruidos.
Clemente
Excelente novela.
El Banderines: personaje completo.
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emilio
Me gusta. Paco va haciendo tablas y ocupando un lugar apenas habitado en las letras españolas.
Un abrazo
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