Reseña de Los días Humillados

Crítica de la novela Los días humillados de Rubén Castillo

Título: Los días humillados
Autor: Rubén Castillo Gallego
Editorial: Murcialibro
Año: 2016
Paginas: 101 (y no son dálmatas)
Género: Drama psicológico (inspirado en hechos reales)
Calificación:

Sobre Rubén Castillo Gallego

Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura en Enseñanza Secundaria. He ejercido la crítica de libros en diversos medios de prensa y comunicación. He sido ponente en una docena de congresos literarios entre 1990 y 2005, así como director y presentador del programa radiofónico “La torre de papel”, en Onda Regional de Murcia. Dispongo de un blog literario personal donde comenta libros de actualidad. Ha impartido talleres de creación literaria durante varios años en Murcia y en Molina de Segura. Como escritor ha obtenido diversos galardones tanto en novela corta como en cuento.

Otras obras publicadas: El muro de las lamentaciones, El globo de Hitler, Reina María, Las hogueras fosfóricas, etc…

Sinopsis de la novela Los días humillados

Los días humillados se centra en la relación entre dos terroristas etarras y la persona que tienen secuestrada en el zulo. A través de sucesivos monólogos (verbalizados o interiores) se va conociendo la peculiar psicología de todos los implicados en la trama.

Crítica de Los días humillados

La historia está para abrazarla y desmenuzarla, para rascar en su superficie e introducir nuevas uñas. Esta historia te estremece, te absorbe y te sitúa con total acierto en un contexto muy concreto. Una historia que transcurre en un solo escenario y con tres únicos personajes, pero que abre un abanico de reflexión, de historia y de planteamientos que trasciende mucho más allá de las paredes del zulo en el que transcurre la trama. Un habitáculo que se queda pequeño con el trasfondo social, económico, político y bélico implícito en la narración, en los diálogos y entre líneas de esta obra. Ese zulo es la síntesis o transparencia de una situación hostil y paradigmática de un trozo de nuestra historia como nación o como pueblo.

Rubén ha sabido entrar de lleno en ese zulo; se ha puesto el disfraz de terrorista, de prisionero, de escritor y de lector a la misma vez. Rubén ha sabido introducir a sus personajes y extraer la realidad que otros le inspiraban; se ha adueñado de sus almas y las ha vomitado en diálogos sublimes, en reflexiones abrumadoras, en intenciones sutiles y fines aterradores. Rubén ha sabido crear una situación exacta sin necesidad de grandes alardes explicativos, sino con una prosa ágil, instruida, metafórica, precisa y sincera. No ha querido demostrar que escribe bien, porque lo hace tan bien, que no necesita demostrarlo.
Es posible que se eche en falta 50 o 100 páginas más, pero tampoco las echas de menos, porque hay historias que se cuentan así, sin merodear en recovecos y ornamentaciones literarias innecesarias.

Donde el autor hace gala de su sapiencia literaria –experto y prolífico lector- es en los diálogos. Dado que la obra puede convertirse casi en una continuada sucesión de monólogos, encontramos un 80% de la obra narrada a base de diálogo visible y no, ya que Rubén juega con el diálogo interior de una forma destacada y sublime. Entras en la psique de los tres personajes incluso cuando tan solo escuchan. Personalmente, he adoptado incluso un acento vasco mientras leía. Sin esfuerzo alguno me escuchaba a mi mismo leer como si un autetético éuscaro estuviese junto a mí. En definitiva, un lector agradece que en un libro –donde para mi los personajes deben ser el fuerte de cada novela– se pueda escucha hablar a los personajes en vez de leer al autor escribiendo en boca de ellos. Rubén ha conseguido lo propio al eliminar el miedo a decir las cosas como son y como se dicen en determinadas situaciones. Todo ello, me lleva a pensar que esta obra podría perfectamente llevarse al teatro, incluso al cine, pero sobre todo al teatro, donde a buen seguro explotaría su esencia de forma más íntegra y pura.

Y ese final… mejor leedlo, porque cualquier cosa que yo os cuente quedará exigua ante la experiencia de shock que vais a tener al llegar al desenlace de la novela. NO obstante, mi único pero es que ese shock final necesitaba un redondeo quizás menos abierto a la imaginación. Aun así, hurgad en la realidad y puede que encontréis la respuesta.