Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez
Literatura universal, acrónica e infinita
Es curioso cómo la cultura y su percepción se ven modificados recíprocamente con el paso del tiempo. Esos libros que leemos cuando somos niños no son los mismos libros que leemos de adultos, pese a que el título siga siendo igual.
Esa adaptación o veleidad de los libros a la edad en que la leemos hace que la literatura tenga un ingrediente mágico y de realidad indisoluble. Características ambas que, unidas, nos trasladan directamente a las obras de Gabriel García Márquez, un escritor que no debería no ser leído por nadie en el mundo.
Es por eso que hoy os hablo de uno de esos títulos que han pasado más de una vez por mi vida lectora. Crónica de una muerte anunciada. Y lo haré desde el poso de sensaciones que dejó en mí en cada una de sus lecturas, sin intención de reseña o análisis porque todos sabemos quién mató y quién murió. Y el que no lo sepa tiene un problema.
El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en el que llegaba el obispo.
Lecturas de Crónica de una muerte anunciada
Márquez fue un autor que no solo trascendió en su tiempo y espacio, sino en el venidero. Jugando con descomposición del tiempo y la realidad en sus obras nos traslada a tierras y gentes inolvidables, incomparables e indelebles, convirtiendo en universal, acrónica e infinita su magna obra. Además, es de esos autores de la literatura que consiguen fabricar, con un mismo libro, nuevas sensaciones con el paso del tiempo y las lecturas.
Hace aproximadamente veintisiete años leí por primera vez Crónica de una muerte anunciada, vuelta a releer hace unos diez años y de nuevo hace unas semanas. En ninguna de las tres ocasiones he percibido lo mismo. En ninguna de esas tres veces que el libro ha recorrido mi mente he experimentado las mismas reflexiones ni sensaciones.
Sorpresa, valor, miedo
La primera vez que leí la novela, allá por la preadolescencia académica, cuando aún, en determinadas ocasiones, te decían qué debías leer, llegó a mis manos como trabajo de instituto. Era un trabajo de clase, había que leerla y sacar conclusiones. No había más intención que esa y así debía ser para aprobar el trimestre.
Sin embargo aquel libro supuso el descubrimiento de un autor que ya jamás se separó de mí.
Esa primera lectura puede resumirse en la palabra sorpresa. Sorpresa al descubrir por primera vez un thriller camuflado de drama, costumbrismo y madurez. Fue quizá ese momento en el que descubrí la literatura para ‘adultos’. Un momento en el que me convertí en otro tipo de estudiante, lector y quizá un niño que empezó a doblegarse ante el hombre que estaba por llegar.
El abogado sustentó la tesis del homicidio en legítima defensa del honor
La segunda vez que leí esta novela, hace aproximadamente diez años, fue durante un periodo convulso, inestable y de búsqueda de la identidad.
Sucede que en esos momentos de la vida recurres a la música, a la literatura o al cine, capaz de hacerte recuperar emociones, recuerdos y estados de ánimo que creías olvidados. En ese lapso de tiempo se volvió a cruzar Márquez por mi camino, como tantas otras veces.
Esa vez, la lectura de esa crónica puede resumirse en la palabra valor. Sin buscarlo ni imaginarlo, encontré en el alma de esta novela y sus hechos esa fuerza escondida en la más profundo de nosotros mismos. Ese pulso que hace despertar un coraje desconocido y que nos da alas para luchar contra el dolor y la incertidumbre.
Los estragos de los cuchillos fueron apenas un principio de la autopsia inclemente…
La tercera vez fue hace un par de semanas. Con motivo de esta ‘reseña’ que no es reseña. E inesperadamente esta vez puede resumir se con la palabra miedo.
La edad nos enseña a perder el valor y a ganar miedo. Las cicatrices relevan a la ignorancia y las responsabilidades a la valentía.
Eso he confirmado al leer esta historia. Que no solo no somos responsables de nuestros actos, sino también de nuestros miedos. Tal vez por eso el dolor nunca se aleja de nosotros, tan solo nos trata de forma distinta en cada momento. Una veces es venganza, otras ira, otras sufrimiento y otras arrepentimiento.
…
Supongo que dentro de un tiempo, unos años, volveré a leer Crónica de una muerte anunciada, y lo más probable es que pueda resumirse con otra palabra distinta a las tres anteriores. Entre tanto espero que vosotros descubras las vuestras.