Narcopiso

Sinopsis de Narcopiso, de Paco Gómez Escribano

El Pirri pasa la mayoría de su tiempo en el bar del Julito, un ecosistema en el que el mismísimo Bukowski no habría desentonado, haciendo crucigramas y leyendo novelas negras que le proporciona su amigo el Cortecín, con el que mantiene una extraña amistad que se remonta a la infancia, y que terminó de bibliotecario y experto del género.

En el antro también conviven el Perla, que trata de explicarle los misterios de la vida a su compinche el Araña, que quizá entiende bien la vida, pero es incapaz de entender a su amigo; y el Tijeras, que perdió a sus amigos en el último «trabajo». Además, también pasan allí las horas la Carmen, una falsa pitonisa que sobrevive cobrando a los demás por adivinar un futuro del que no tiene ni idea, y los sobrinos del Araña y sus brothers, las nuevas generaciones que las antiguas ya ni entienden.

Un día, los vecinos de un inmueble cercano, hartos de pedir ayuda a la Policía, recurren al Perla para ver si él puede desalojar a los camellos de un narcopiso que han montado en su comunidad. El Perla, que sabe que contará con la ayuda del Araña, pedirá ayuda al Pirri, que intentará tomar una decisión consensuada con el Tijeras. A partir de aquí, la historia tomará un camino desconocido para todos.

Quinqui noir en estado puro

Decía María de Zayas, en los prolegómenos de sus Novelas amorosas y ejemplares que «este libro al que te convido puede servir por fruta entre otros platos de más sustancia, que está el gusto humano tan achacoso y con tanto hastío de ver las cosas que pasan en el mundo, que ha menester valerse de sainetes para quitar las amarguras o para tragar los sobresaltos», para después desplegar diez preciosas historias donde desplegaba un marcado estilo y una espectacular y delicada prosa. Y me apetecía comenzar esta reseña con esta referencia, pues viene como anillo al dedo. Cuando uno lee el encabezado que lleva esta parte de la reseña, puede llevarse al error de pensar que, al nombrarlo como quinqui noir, será un libro y una literatura de serie be, ce o zeta. No se confundan, porque estamos ante una novela negra con una enorme potencia narrativa y unos personajes de gran fondo y magnitud.

Una vez más, el bueno de Paco Gómez Escribano suma a su paleta de protagonistas gente de la calle, de los tugurios. Antihéroes con mucha mili y pocas ganas de vivir, o de morir, dependiendo de la escena. El Perla, el Araña, el Tijeras, el Pirri… Verdaderos personajes de la vida que sobreviven como pueden, que narcotizan su vida real con alcohol, tabaco y lo que surja. Lo explica el protagonista principal de la novela nada más comenzar:

«Desde que tuve el primer ramalazo de conocimiento supe que lo que más me molaba era ponerme: tabaco, priva, pirulas, ácidos, perico, caballo…, lo que fuera. Fue bonito, tengo que reconocerlo. Hasta que me di cuenta de que era un jodido adicto a todo.»

Con tales mimbres, el vocabulario debía estar acorde a la situación. Así que prepárate para encontrar en las páginas de Narcopiso la jerga de la calle, con la priva, los trujas, las kelis, los troncos y otro buen puñados de vocablos. Es uno de los resortes lingüísticos con los que entras directamente a la zona cero, al lugar de la acción. Sin duda, es interesante este análisis narrativo, al ver cómo el autor utiliza el lenguaje para comunicar un significado en particular. En este caso, el bajar al lector al barro, meterlo en la piel de alcohólicos expolitoxicómanos, a sentir como ellos sienten y casi pensar como ellos piensan.

«Apuré la copa y me fui para el tigre. Me olí el sobaco y no apestaba más de lo normal. Putas pibas…»

Pero cuidado, porque entre tanta jerga se deja ver el peso de crítica social que se lee entre los renglones y que hará que, como la última gota agria de un tiro de coca que cae por la garganta, amargue lo que un momento antes fue fiesta, risas y diversión.

Si eres lector de las reseñas de este humilde blog sabrás que no solemos adelantar ni desvelar nada de la trama (la palabra spoiler, para los anglófonos), pero sí diré que, personalmente, pagaría por sentarme un rato con el Perla y el Araña para poder compartir el momento en el que uno le suelta unas profundas proclamas al otro, que lo mira y lo escucha atónito. ¡Qué gran pareja!

Por cierto, y para cerrar el capítulo de los personajes, he llegado a la conclusión de que el Charli o el Banderines, los protas de 5 Jotas, no debían de andar muy lejos…

De nuevo, el escenario cobra un peso específico en la novela. Y, de nuevo, Canillejas. Un barrio obrero de la periferia de Madrid, con las particularidades que ello conlleva. Paco tiene ya el callo hecho de escribir utilizando este escenario, así que le sale solo y lo convierte en un personaje más. Es una gozada dejar que la historia te maneje, te lleve de bar en bar, del parque al chino, o a visitar el «mundo exterior» cuando van a la cuesta Moyano (el Pirri es un lector infatigable de novela negra) o a Tirso de Molina.

Respecto a la trama, lineal y con la consecución del golpe-efecto. La historia no pide otra cosa y enrevesarla con artificios innecesarios solo habría emborronado el buen trabajo. Cortita y al pie, utilizando un símil futbolístico, ya que el Wanda Metropolitano no pilla lejos del lugar donde se desarrolla la historia.

Para despedir, dos apuntes. O tres. Coge papel y lápiz cuando la leas, porque el Pirri te va a recomendar de forma indirecta un buen puñado de novelas del género. Dos: me ha encantado el momento en el que el autor se marca un «Quentin Tarantino» o un «Alfred Hitchcock», dependiendo de la edad que tengas (Te invito a averiguar por qué digo esto. Si lo descubres, reirás al verlo). Y tres: lee a Paco Gómez Escribano. Es muy bueno. Es muy difícil escribir para que se lea fácil sin que se pierda habilidad y solidez narrativa. Narcopiso es el paradigma de ello.

Puedes leer todas mis reseñas en: Reseñas de Jesús Boluda del Toro.

Bio del autor

Paco Gómez Escribano es autor de diez novelas: El círculo alquímico (2011); Al otro lado (2012); Yonqui (2014); Lumpen (2015); Manguis (2016, premio Novelpol); #MadridPrisión (2017); Cuando gritan los muertos (2018, premios Ciudad de Santa Cruz, Negra y Mortal, y finalista del premio Hammett de la Semana Negra de Gijón y del premio Novelpol); Prohibido fijar cárteles (2019); 5 Jotas (2020, finalista del premio Novelpol, finalista del premio Pata Negra de la Universidad de Salamanca y finalista del premio Cartagena Negra); y ahora Narcopiso (2023). Con Yonqui entra de lleno en el género negro. Junto al resto, las novelas comprenden un viaje físico, literario y social por distintas épocas del barrio del propio autor, Canillejas, situado al este de Madrid, que se complementa con los poemarios Versografía maldita y La vereda de la derrota, de los que han dicho que son el reverso de su prosa. Es autor del ensayo aún inédito Curso de novela negra y policíaca. También ha participado en numerosas antologías colectivas de relatos y poemas, ha sido ponente en diversos foros e institutos públicos y centros de profesores y es profesor en Cursiva, impartiendo cursos de cómo escribir novelas de ficción criminal. Actualmente también imparte clases en un instituto público.