Entrevista a Lorenzo Silva

13 septiembre, 2018
13 septiembre, 2018 Víctor M. Mirete Ramallo

Entrevista al escritor y guionista Lorenzo Silva.

«El ser humano tiene un afán innato de justicia pero tiene también una tendencia innata a tomar ventaja respecto a los demás». -Lorenzo Silva-.

Escritor español con más de sesenta títulos firmados, seis premios literarios (entre los que destacan el Premio Nadal y el Premio Planeta) y dos nombres vinculados a él de por vida: Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, guardias civiles ambos. LORENZO SILVA, el cual ha tenido la deferencia de concedernos una entrevista durante su paso por Cartagena Negra.

Puede que me esté equivocando, pero algo me dice que debo hacerle esta entrevista a Lorenzo de esta forma y no de otra. Tras una trayectoria dilatada, contrastada, reconocida y galardonada, como es la de Lorenzo Silva, uno de los más reputados escritores de novela policíaca de España, entendí que no debíamos formularle preguntas de las que ya pudiésemos tener respuesta en otras entrevistas. Tenerlo a mano para poder ‘sonsacarle’ respuestas me ha hecho replantearme ciertas cosas y he llegado a la conclusión de que lo que quería saber de él pertenecía a sus inicios, y no a su consagrado presente. Así mismo, cuando alguien es un referente para tantos, lo que procede saber es por qué; y para ello es necesario conocer sus principios morales y sus preocupaciones. Así pues, esta será una entrevista diferente, al menos para lo que a mí respecta y para lo que a muchos otros también.

Es una tarde particularmente cálida en la ciudad portuaria. A escasos minutos de que dé comienzo la IV edición del festival literario Cartagena Negra, Lorenzo Silva tiene la amabilidad de recibir a El quinto libro en el vestíbulo del Hotel Habaneros. Sin apenas tiempo para cambiarse tras el vuelo y hacer vía taxi (en tiempo récord) el trayecto aeropuerto de Alicante-Cartagena, el escritor madrileño se encuentra más que preparado para hacer frente a nuestro cuestionario y deslumbrarnos con su principal arma: las palabras.

P: ¿Tengo su permiso para tutearle, señor Silva? Sobre todo porque se me va a escapar el tuteo, por defecto mío.

R: Por favor, hazlo.

P: Al hilo de lo anterior ¿Quién no te merece el respeto de usía hoy día?

R: Respeto me merece todo el mundo y me merece ese respeto, en principio, el discurso de todo el mundo. Quizá, la gente pierde el respeto de otros cuando se pierden el respeto a sí mismos, pero no tanto con lo que se dice, sino con lo que se hace. Yo, en principio, respeto a todo el mundo, y no de un modo formal o protocolario, sino porque creo que de todo el mundo se puede extraer aprendizaje.

Puedes escuchar el audio de la respuesta aquí:

P: ¿Cuál consideras tu peor defecto y tu mejor virtud?

R: Mi peor defecto es que corro a veces en muchas direcciones a la vez, y mi mayor virtud es que he desarrollado la disciplina para no volverme loco con ello. Controlando el estrés y la ansiedad o las falsas urgencias.

P: ¿Recuerdas cuándo y dónde estabas la primera vez que te pusiste a escribir una historia?

R: Uff… Sí, la primera vez que me puse a escribir sí, la primera vez que me puse a contarlas no. Ahí me vais a perdonar porque lo hago casi desde que empecé a hablar. Ahora bien, la primera vez que empecé a escribir una historia con vocación literaria fue en la primavera de 1980 (no sé exactamente el día). Yo estaría en mi cuarto del piso de mis padres en Cuatro Vientos (en lo que hoy es la Calle Soledad Cazorla 103, antes General Saliquet 103). Allí surgió esa primera historia.

P: ¿Por qué lo hiciste?

R: Lo hice por curiosidad y por jugar de otra manera. Yo de pequeño jugaba a contar historias y estas se las llevaba el viento, de modo que jugué a escribirlas a ver si eso añadía alguna variación o alguna novedad.

Puedes escuchar el audio de la respuesta aquí:

P: ¿Quién leyó por primera vez algo tuyo?

R: Mis padres. Yo creo que el primer borrador ya se lo pasé a mis padres… bueno, y al jurado del premio, porque eso lo escribí para un premio de cuentos de un centro municipal del Barrio de las Águilas en Madrid; y el jurado debió leérselo porque gané el primer premio (risas). Y eso fue un relato corto infantil.

P: No sé si será algo de lo que ya has publicado el primer relato que escribiste ¿lo es? ¿Lo conservas?

R: Lo perdí, trístemente se extravió en una mudanza. Me acuerdo perfectamente de qué iba, estaba en un cuaderno y ya no existe más que en mi mente y no sé si algún día volverá al papel.

P: ¿Todo lo que has escrito excepto eso está publicado?

R: No, no, yo tengo cuatro novelas aún inéditas guardadas en el cajón que fueron aprendizaje y no se publicarán jamás.

P: ¿Eras más feliz cuando empezaste a escribir que ahora, o viceversa?

R: En algunos aspectos era más feliz porque tenía más tiempo para mí. Quizás sufría más escribiendo. Es curioso, cuando tienes mucho tiempo no aprendes a valorar el esfuerzo que supone hacer algo que te gusta. Ahora que tengo menos tiempo disfruto mucho cuando escribo y he dejado casi por completo de sufrir.

P: ¿Escribes para vivir o vives para escribir?

R: Vivo escribiendo desde hace muchos años ya, y no sé si sabría hacerlo de otra manera. No he tenido momentos en los que dejara de escribir en 38 años. No he tenido ningún vano, siempre he escrito. Y si no estoy escribiendo otra novela estoy escribiendo otras cosas.

P: ¿Qué te preocupaba en tus inicios como escritor? ¿Mantienes algunas de esas preocupaciones?

R: Me preocupaba todo, que no tuviese ningún sentido lo que escribiese, que no tuviera nada que contarles a los demás, que no les gustase. También tenía miedo de no ser capaz de acabar las historias. Me preocupaban mucho los diálogos de los personajes. Desde muy pronto intuí que en los diálogos y en cómo hablaban los personajes había una parte fundamental de la historia; y me parecía muy difícil. Ahora, quizá estoy más ejercitado pero sigo preocupado.

P: Un escritor puede descubrirse ante el mundo con sus personajes, pero, ¿te has descubierto tú a través de ellos?

R: La literatura de ficción es una herramienta muy cómoda, porque te permite desvelar mucho encubriéndolo todo, o viceversa.

Yo creo que un escritor está en la suma de su obra pero no en los detalles. si un lector trata de encontrar al autor en esos detalles, seguramente se equivocará.

A mi me pasó una cosa muy graciosa. Yo tengo una novela en la que el protagonista habla en los términos más despectivos posibles de Bach, y me han venido fanáticos de Bach a regañarme, pero ese detalle es del personaje no mío. A mí me gusta, tengo incluso varias cantatas de Bach. Ahora, probablemente la suma de todos los personajes es lo más aproximado a lo que sea yo.

P: He leído esta frase en que recitas en una biografía en tu web: ‘Nada mejor que ser y sentirse un poco extranjero donde quiera que uno va’. ¿Hay que ser un poco extranjero para poder escribir desde la objetividad?

R: Mi mayor fascinación y mi mayor pasmo en la época contemporánea es esta fiebre que le ha dado a la gente por ser nacionalista de algo. Estoy aquí más de medio siglo y me he pateado unos cuantos lugares, y la experiencia me dice que no hay nada más maravilloso que no estar en tu lugar, ser extranjero, no sentir que tienes un vínculo o una obligación insoslayable con el lugar. He conseguido sentirme extranjero incluso con mi madrid natal. Ahora escribo la mayor parte del tiempo en una casita en un pueblo de Castilla la Mancha, en La Sagra. Encontré ahí un remanso de paz, una casa agradable y ya está, me sobra con eso y me siento bien así.

P: ¿Crees que el lugar es importante a la hora de escribir?

R: Totalmente, los lugares tiene fuerza y tienen presencia en las historias y los personajes están impregnados de ello. El otro día estaba con unas personas en un lugar de Francia donde han sucedieron hechos de nuestra historia reciente, y de repente alguien dijo -en este lugar hay algo-. Digo, claro, es que en este lugar han pasado cosas importantes y esas cosas se impregnan en las miradas de los hombres. Mi última novela (Lejos del Corazón), por ejemplo, transcurre en el campo de Gibraltar y probablemente esta novela nació una tarde del año que yo empecé a escribir en 1980 cuando llegué con un viaje de mi colegio a San Roque y vi el atardecer en el horizonte de del campo de Gibraltar. Realmente el comienzo de la novela es eso, es ese lugar, ni siquiera existía una trama unos personajes. Era ese espacio.

P: ¿Dejaste la abogacía para poder seguir escribiendo o continuaste escribiendo para poder dejar la abogacía?

R: (Risas). Vamos a ver, la historia es bien sencilla. Yo empecé a escribir con trece años y con dieciséis me di cuenta de que había desencadenado algo importante en mi vida, mucho antes de terminar mi carrera de derecho. Yo hice la carrera porque sentí que con mi primera vocación no me iba a ganar la vida.

Lo que pasa es que esa propia vida a veces da extraños giros y piruetas y me vi ganándome la vida con mi profesión verdadera, y para qué entonces seguir con la otra.

P: ¿Crees que vivimos en una sociedad justa?

R: No. Nunca hemos vivido en una sociedad justa, nunca viviremos en una sociedad justa porque siempre habrá injusticia, porque el ser humano tiene un afán innato de justicia pero tiene también una tendencia innata a tomar ventaja respecto a los demás. Es prácticamente imposible que podamos vivir en una sociedad justa, sí que podemos vivir en una sociedad con un nivel de injusticia tolerable. El mundo se divide en países con un nivel de injusticia tolerable, como el nuestro, y la mayoría de países del mundo donde existe un nivel de injusticia intolerable.

P: Sé que es un apuro esta pregunta, pero si hablamos de adaptaciones cinematográficas, ¿Con cuál te quedas: La flaqueza del bolchevique, El alquimista impaciente o La niebla y la doncella?

R: No me puedo quedar con ninguna de las tres en conjunto, es muy difícil. Sí te puedo decir que quizás la película en la que he visto vibrar más la novela y de forma más genuina ha sido La flaqueza del bolchevique. No porque yo fuese el adaptador, eso es lo de menos, hay momentos en los que Manuel Martín Cuenca, Luis Tosar y María Valverde consiguieron en una serie de escenas de la película casi ser los personajes de la novela. Se dio ese milagro, que una obra audiovisual sea capaz de reflejar una obra literaria. Eso pasa por azar, no es el talento, no es la producción ni el dinero invertido, eso pasa o no pasa. De hecho para mí la secuencia mágica de la película es una secuencia que ni siquiera está en la novela, hay un momento en el que ella va a buscarle a él, eso no estaba en la novela, y es ese el momento en el que se convierten en esos personajes.

P: Te fuiste de las redes sociales y aseguras que la ciber delincuencia es una amenaza latente. ¿Hay solución para esta situación?

R: Bueno (risas), hay una solución muy sencilla: desconectarse. Uno debería medir muy bien la utilidad de su conexión.

La conexión es un riesgo elevado de extracción de tu intimidad personal, de exposición a todo tipo de agentes dañinos y de exposición a delincuentes que han encontrado un nuevo espacio.

Deberíamos prescindir de la conexión inerte, gratuita, no es cualquier cosa expresarte o exhibirte en la red. Todo eso en un momento determinado puede volverse contra ti. Hay que tener muy claro que gran parte de las herramientas están diseñadas con un conocimiento preciso de nuestros resortes mentales para ponerlos al servicio de los intereses de quienes manejan esas herramientas.

P: En el 20 aniversario de la serie Bevilacqua y Chamorro llega nueva obra de a los estantes librerías: Lejos del corazón ¿Qué novedades trae respecto a lo que ya conocemos de esos dos personajes?

R: Siempre hay una novedad que es el escenario. También otra novedad que tiene gran presencia en esta novela es la realidad del ciberespacio como lugar para el crimen, el ciberdelito y el blanqueo de dinero. Otra novedad que se puede comentar es que es una novela muy coral. Las investigaciones policiales son cada vez más corales. A mí me comentó el que llevó la investigación de la desaparición y posterior muerte de Gabriel Cruz que en un momento dado hizo un recuento y en labores de investigación habían llegado a trabajar 150 guardias civiles.

Eso es muy difícil de manejar en una novela, pero en Lejos del corazón llego casi al límite manejando 12 investigadores, cosa que no es nada fácil de individualizar y de mantener el carisma de cada uno, claro.

P: Acabamos como siempre, con nuestra pregunta fija ¿Qué te hace reír y qué te hace llorar cada día?

R: (Risas) Yo tengo una niña de cinco años y me hace reír muchas veces, es muy ingeniosa y astuta ya. En cuanto a llorar, yo procuro mantener a raya la tristeza, pero sí que lloro de emoción. Me hace llorar constatar que, en medio de todo esto que se va y que a veces parece que se está pudriendo constantemente, hay muchas rendijas de belleza. Cuando uno se asoma a una de esas rendijas de verdad lo más sensato es dejar saltar las lágrimas.

Puedes escuchar el audio de la respuesta aquí:

LA ENCUESTA RÁPIDA DE ‘EL QUINTO LIBRO’

Película preferida: Érase una vez en América

Libro preferido: El astillero

Canción preferida: Del tiempo perdido, de Robe

Comida preferida: Paella

Color preferido: Azul

Animal preferido: Perro

Lugar preferido: Los Highlands

PD.: La suerte no quedó ahí, el resto de la tarde noche tuvimos el honor y placer de acompañar  a pie, en coche y entre cervezas a este ser humano que respira humildad, cercanía y comodidad; pero también inteligencia, cultura y saber hacer. Quizás, en su gran historia, recuerde este encuentro, pero en nuestra pequeña historia quedará almacenado como una muesca en las botas que jamás será olvidada. Gracias por la atención que nos has dispensado, Lorenzo.

Así mismo, agradecer con mayúsculas la labor de la organización de la Cartagena Negra, con Francisco Marín y Antonio Parra a la cabeza, por gestionar y facilitarnos este encuentro.

Wer personal Lorenzo Silva

www.lorenzo-silva.com

 

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Víctor M. Mirete Ramallo

Escritor murciano nacido en 1982, Autor de la “Saga de Ficción Histórica de Frédéric Poison” y cuyo lema es: «La vida no consiste en vivir de ilusiones, sino en vivir ilusionado.

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